Traía ayer El País la noticia de que, en el año 2011, internet será el principal soporte publicitario en los EEUU. La cosa viene de un estudio y sondeo realizado por Veronis Suhler Stevenson, que es una empresa estadounidense dedicada a invertir en empresas de medios de comunicación, esto es, si no lo entiendo mal, una empresa de fondos de inversión en el mercado de telecomunicaciones, una empresa de capitalización. Una de sus últimas inversiones se ha hecho en la española LaNetro Zed, a su vez dedicada a comercializar "productos y servicios de entretenimiento y comunidad para móviles e internet", según dice ella misma en su web. O sea, estos de Veronis saben de lo que hablan y lo que dicen está bien claro: para 2011, la porción mayor de la tarta publicitaria irá a internet.
Si se tiene en cuenta que la publicidad es la fuente nutricia de los medios escritos y audivisuales, hasta el extremo de que a veces se dice en bromas/veras que un periodista es un señor que escribe en los huecos que hay entre los anuncios publicitarios, se verá que el vaticinio es de calado. En menos de veinte años (la red empieza a funcionar en el mercado libre a comienzos de los años noventa del siglo pasado), internet se ha impuesto sobre todos los demás medios de comunicación a los que ya podemos llamar "tradicionales", prensa escrita, radio y televisión, fundamentalmente, pero también el cine. De todos, los que más están padeciendo la vertiginosa expansión de la red son los periódicos de rotativa, la prensa escrita diaria o con otra periodicidad. La diaria se enfrenta asimismo a la competencia que le hacen los gratuitos, con audiencias de millones. Pero esa es otra historia.
La tarta publicitaria a internet. No es de extrañar. Hay miles de millones de páginas web y existe la posibilidad de que las grandes plataformas, con sus buscadores, dirijan la publicidad a los potenciales clientes, no a todo el mundo por igual. Así es como gestiona los anuncios Google. A veces se producen asociaciones de ideas algo descarnadas, propias de la indiferencia moral del mercado, por ejemplo, un anuncio de detectives al lado de una noticia sobre recalificaciones de terrenos en uno u otro municipio. Pero existirá una expectativa razonable de que la publicidad será vista por personas presumiblemente interesadas en el producto publicitado.
De un modo u otro, todo conspira para ir dibujando ya en nuestros días la imagen que el futuro tendrá de nuestra época, como aquella que arrinconó el poderío social de los medios de comunicación tradicionales, identificándolos con la nostalgia de un mundo de jadis, con un público burgués, crítico y a veces elegante que se preciaba de estar informado. También con la prensa popular cuando la alfabetización se extendió. Hoy la información discurre por otro medio y todos los periódicos de papel tienen ediciones digitales con audiencias superiores a la de rotativa. El público que capta la edición digital es el joven, con lo que la pirámide de población hará el resto. La prensa de papel que ya en buena medida es un carrier de contenidos digitales, terminará donde decía Engels que terminaría el Estado, en el museo de antigüedades, junto a la rueca y el hacha de bronce. Cuando uno piensa que la prensa fue otrora símbolo de luz y progreso...
Las ilustraciones son de José Mongrell Torrent, El liberal, 1900 y Sorolla, El heraldo de Madrid.