A la vista de las fotos de los trescientos camaradas que anteayer se reunieron en Madrid, Plaza de Colón, en donde Aznar dejó clavada la banderaza nacional, copiando la idea de la mexicana que ondea en la Plaza del Zócalo, me acordé de la consigna electoral de don José María Gil Robles en las elecciones de febrero de 1936: "¡A por los trescientos!" Trescientos diputados quería entonces "el Jefe" para imitar a Dollfuss en España.Trescientos fueron los nostálgicos que se manifestaron el 18 de julio pasado con la camisa azul que tú bordaste en rojo ayer. Vamos, algunos más que los harekrisnas que van por las ferias tocando el tamboril. Hay quien dice que estos actos de enaltecimiento de la dictadura de Franco debieran prohibirse porque son apología del fascismo; del fascismo, del terrorismo, de la tortura, del asesinato y de la opresión de los españoles durante cuarenta años. Pero yo no los prohibiría: encuentro más interesante que salgan a la calle con su parafernalia fascista y todo el mundo pueda contarlos, verles las caras y hacer unas risas cuando levantan el brazo, como si fueran legados imperiales.