Los de Punto Rojo han puesto en marcha sendas campañas de solidaridad con El Jueves por la ya celebérrima portada y con Jaume d'Urgell por andar descolgando banderas rojigualdas y enarbolando tricolores. Me sumo con mucho gusto. No puedo poner un banner a la izquierda porque soy un manazas, pero quien quiera (y pueda) hacerlo, que pinche aquí, que hay varios muy chulos. Por cierto, si algún alma caritativa me dice cómo se ponen esos banners le quedaré muy agradecido.
A cambio, extiendo mi solidaridad a todos los que muestran un espíritu crítico con los Borbones. Entre ellos, los gloriosos hermanos Gustavo Adolfo y Valeriano Domínguez Bécquer quienes, hacia 1868, publicaron un libro titulado
Los Borbones en pelota, que reproduce
El InSurGente. Es un ataque a la reina Isabel II (la de la
Farsa y licencia de Reina Castiza), antepasada del actual monarca y famosa por sus aventuras amorosas con todos los varones de la corte excepto su marido y por su vida procaz y disoluta. El libro contiene imágenes de Valeriano y rimas de Gustavo Adolfo en un gusto muy de la época y que vienen a incidir en la fama de lujuriosos de los miembros de la dinastía. Al pie de la ilustración, los Bécquer habían escrito:"Carlos Marfori de pie atendido por Isabel II, quien a su vez recibe las gracias de su confesor. Otra escena representa a sor Patrocinio que está siendo masturbada por Luis González Bravo, primer ministro." Carlos Marfori era el amante de la Reina y Sánchez Bravo su último presidente del Consejo de Ministros. Quien tenga interés por averiguar más datos sobre la obra en cuestión y los personajes que la pueblan, que enlace con la página de
José Antonio Bajo Rodríguez, licenciado en historia, que da cumplida cuenta de ella. Y que sea de prisa, antes de que la Fiscalía General del Estado ordene el secuestro de los hermanos Bécquer.
Por cierto, leo en uno de los varios periódicos de derechas de la Villa, partidario del secuestro, que los de El Jueves han delinquido por atentar contra la "intimidad" de SS.AA.RR. Ni que el dibujante fuera un paparazzo. La intimidad de los personajes, a la que, por supuesto, tienen perfecto derecho, no pinta nada aquí. Se trata de una viñeta, de una caricatura, una fábula; nada que ver con la intimidad de nadie. Lo vistan como lo vistan, se han lucido los censores.