Hace un par de días un lector de este modesto blog decía en un inteligente comentario que esos exabruptos aznarinos, achacados por el público razonante a la mentecatez del personaje son, en realidad, provocaciones pensadas y medidas para generar un ambiente de temor, exasperación y agresividad que favorezca a los intereses electorales de la derecha.Y que además están en sintonía con el modus operandi de los "neocons" estadounidenses
La derecha española, cierto, se nutre de ideología fabricada en los EEUU. ¡Cómo cambian los tiempos! Tampoco hace tanto que esa misma derecha hablaba de la "plutocracia anglosajona". A ese aprendizaje se añade la savia de la tierra, la impronta de la raza, su peculiaridad. Por ejemplo, el PP dice ser un partido "liberal". Es curioso porque el liberalismo es una de las doctrinas condenadas en el Syllabus de Pío IX, llamado "el azote del liberalismo". Durante el franquismo, el liberalismo era doctrina nefanda; no tanto como el comunismo, pero no mucho menos. Estos liberales de hoy concilian su liberalismo con una defensa cerrada de los valores católicos, apostólicos y romanos. Eso en los EEUU no sucede. La derecha religiosa se confiesa conservadora y el liberalismo allí queda para designar a los socialdemócratas. Si en España, además de defender a la Iglesia, a los curas, a los obispos, vas diciendo que eres conservador, no te votan ni los tuyos. De ahí la muy hispánica idea de conjugar una doctrina política de carácter laico con una defensa de los valores religiosos. El término "liberal", bella palabra española que suena mucho en el Siglo de Oro y aparece aquí y allá en El Quijote para designar a alguien magnánimo, puede hoy significar cualquier cosa, como se ve. Recuérdese al camarada Jörg Haider, un neonazi cuyo primer partido fue el Partido Liberal Austríaco La derecha española presenta alguna otra particularidad: la de un comportamiento que no respeta las reglas no escritas de la democracia y se atiene estrictamente a las escritas, aunque a veces las retuerzan tanto que puedan quebrarse. Esta falta de respeto por las convenciones de la democracia está muy presente en el estilo político conservador porque las derechas españolas no tienen tradición democrática, no han sido democráticas nunca y consideran la democracia como una especie de mal menor o algo de que hay que servirse para alcanzar el gobierno. Pero no les importa que no se sostenga porque, en el hipotético caso de que la democracia se hundiera no son los conservadores quienes padecerían persecución; al contrario. Eso explica ese estilo de oposición bronco, agresivo, sin cuartel y valiéndose de todos los poderes e instancias del Estado, en el ámbito público y en el privado. En este último, una de las quejas/críticas que más se oyen a la COPE es la de quienes se escandalizan porque los contenidos de la emisora no tienen nada que ver con el Evangelio cristiano. Con el Evangelio es dudoso; con las decisiones de la Conferencia Episcopal Española, en cambio, tienen todo que ver. Así pues, lo que hace especialmente intratable a la montaraz derecha española es esa actitud belicosa que no para mientes en la estabilidad de las instituciones y se basa en un cálculo de costes beneficios que, parafraseando el que anunciaba Karl Marx para el proletariado en el "Manifiesto comunista" diría: burgueses, alzáos, no tenéis nada que perder y sí un mundo por ganar.