Es posible que en el tiempo que medie entre las elecciones municipales que según él y los suyos ha ganado, y las generales que según todo el mundo, incluidos los suyos, va a perder, el señor Rajoy aprenda a hacer política. Aunque quizá no le dé tiempo. Tiene el tablero muy complicado y su "entorno", palabra que no tiene por qué llevar siempre connotaciones criminales, no va a serle de mucha ayuda. A estas alturas, la mayor concentración de enemigos la tiene el señor Rajoy en su partido, manifestación práctica de aquella sabiduría teórica de Winston Churchill, cuando explicaba a un joven aprendiz de diputado en los Comunes que los verdaderos enemigos los tiene uno siempre en su partido. De aquí a las generales se decide su destino; si las gana, bueno va; si las pierde, y ya serían las segundas, que se despida.
Hay en esta situación algo de shakesperiano, un elemento de ambición, intriga, lucha por el poder, rivalidades a muerte, algo de "Ricardo III", de "Macbeth". La política debe mucho al arte escénica y el papel del señor Rajoy es difícil. Tiene que mantener unido al partido y, al mismo tiempo, conseguir que sus dos más fieles escuderos y claros rivales, se destrocen entre sí. Todo ello en sentido figurado, por supuesto; ya no ha lugar a la daga disimulada ni al tóxico asesino. Esto no es Rusia, caramba.
¿Sus dos más fieles escuderos? Claro, los señores Aguirre y Gallardón que han proporcionado la "victoria" en las municipales/autonomicas al señor Rajoy. La fuerza que tienen las elecciones, la democracia, vaya: ambos recién electos han empequeñecido a los otros dos escuderos, hasta hace poco de ostentórea presencia, señores Acebes y Zaplana. Estos dos sí que parecen haber desaparecido; al igual que el inimitable Ansar el Islam
¿Será cierto que el postularse del señor Gallardón es una maniobra del perverso Polanco, el padrino Polancone? Llega M. Sarkozy; es de esperar que, tras los enojosos trámites de rigor de entrevistarse con el presidente del Gobierno, dedique su atención al señor Rajoy y le trasmita el abracadabra de cómo se ganan elecciones. Claro que M. Sarkozy es primo político del señor Gallardón. ¡Malhaya! Ya tenemos aquí la conspiración judeo-(franc)masónica.