Ayer me equivoqué. Creía que era domingo y era sábado. El domingo ¡¡de Resurrección!! es hoy. Es decir, que tengo 24 horas más de asueto, sin necesidad de salir a desenmascarar a la Antiespaña agazapada en La Moncloa y presta a entregar nuestra tierra (empezando por la amada Navarra) a los terroristas vascos, nuestras iglesias a los terroristas islámicos, nuestras escuelas al Maligno y nuestro oro a Moscú, que ya sabemos de qué pie cojea el nietecito del abuelo.
Un descanso que aprovecho para seguir con las músicas de jadis. Hoy cambio el tercio y traigo otro de mis viejos ídolos, Georges Brassens, fantástico cantante francés, espíritu libre, hombre noble e íntegro, representante incontestable de un tipo de chanson de un lirismo mordaz y sin compromisos. Es una pieza con guitarra y contrabajo que se llama "Lamentación de las putas" y cuya última estrofa dice:
"Il s'en fallait de peu, mon cher {x2}
Que cett' putain ne fût ta mère {x2}
Cette putain dont tu rigoles
Parole, parole
Cette putain dont tu rigoles."