Siempre me lo decía mi madre: lo peor que se puede ser en esta vida es estúpido. Y quienes han retenido contra derecho, contra razón y justicia al asesino de Juana en la cárcel, retorciendo las leyes, trampeando, condenándolo desmesurada e injustamente (tan desmesurada e injustamente que los mismos que lo condenaron pedían que se lo indultara) han conseguido algo insólito: convertir a un asesino en un mártir por la libertad, presentar a los ojos del mundo al Estado español (el Estado en cuyo nombre actúan) como una bárbara tiranía, capaz de condenar a un hombre a 12 años de cárcel por dos artículos de opinión en un periodiquito, dar lustre de movimiento patriótico y justiciero a una organización terrorista, provocar una oleada de simpatía con la situación de un preso martirizado desde hace más de 90 días, atado a una cama, alimentado forzosamente en condiciones asimilables a la tortura.
Efectivamente, madre, lo peor que se puede ser en esta vida es estúpido, además de tirano.
Esto se veía venir desde hace meses, desde la primera huelga de hambre de De Juana. Algunos estamos diciéndolo desde el verano: que ese conjunto de disparates políticos, basados en atrocidades jurídicas en un mundo en que las tropelías de este tipo ya no se pueden esconder, conseguiría lo contrario de lo que se propone. A la vista está.
Mañana postearé sobre este asunto, pero es tal la indignación que siento que no puedo resistirme a adelantar dos consideraciones, las dos orientadas a pedir que los estúpidxs que han organizado este desastre pongan en libertad a su víctima sin más dilaciones. ¿Por qué?
Porque es lo que ordena la decencia humana, el sentido de la justicia, el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de las personas. No se puede inventar delitos con el fin de retener en prisión a un hombre que ha cumplido su condena en las condiciones que se estipularon cuando se le impuso, por monstruosos que fueran sus crímenes.
Pero, en fin, si a los perpetradores de este desaguisado no se les alcanzan estas motivaciones, que sea por simple sentido común y consideración táctica de haberse metido en un berenjenal del que van a salir trasquiladxs. Y, más específicamente, a los genios del gobierno (empezando por ese ministro de Injusticia, López Aguilar, capaz de decir la infamia de que se construirían causas para que De Juana y lxs otrxs De Juanas no salieran a la calle) que no se han dado cuenta de que, además de quedar como lo que (espero) no son, esto es, unos matarifes, han hecho el juego a los más cavernícolas de la oposición.
Soltad a De Juana ya, y que el señor ministro de Injusticia se vaya a su casa.