Ayer decía que hoy haría el post sobre De Juana pero la verdad es que se me han quitado las ganas porque, en definitiva, tendría que decir lo que ya dije ayer: que no hay derecho a mantener en prisión a quien ha cumplido la condena, que no se puede "construir causas" para retener a los presos que deben salir en libertad, como quiere el ministro de Justicia, que no se puede condenar a alguien por delitos inexistentes. Eso en el orden jurídico. En el político, que es un desatino forzar la ley para mantener en prisión a un individuo, convertido en una especie de rehén o, aun peor, de mártir y de mártir por la ¡libertad de expresión! Quien quiera ver el asunto con mayor detenimiento, vaya al post de ayer, porfa.
(Más arriba, la página de The Times, que reproduzco de 20 Minutos)
Sin embargo, al hilo de este desaguisado de De Juana, es oportuno hacer referencia a la cuestión de la orientación política de las decisiones judiciales. Las últimas sobre De Juana (la condena a 12 años y 6 meses por amenazas y la decisión de mantenerlo en prisión a pesar de su estado de salud) parecen ejemplos de la crítica que hoy mismo dirige al poder judicial Enrique Gil Calvo en un artículo de El País, titulado Metodología:
"Dime de qué presumes y te diré de qué careces, pues (los jueces) sólo son independientes del Gobierno para interpretar las leyes al servicio de la oposición, demostrando así por la vía de sus autos que dependen políticamente de quién les nombró. Una independencia judicial que se reclama no para garantizar la imparcialidad de sus decisiones, como corresponde, sino para inmunizar su sectaria parcialidad a discreción."Muy bien visto. Esas decisiones, en el caso de De Juana, sintonizan con los deseos del PP, que son los de los medios que lo sostienen y los que azuzan a una parte de la opinión pública a mostrar un comportamiento de linchadores. Pero no lo hacen con la justicia, ni son útiles a la pacificación del País Vasco, ni beneficiosas para España.
Pero no haya cuidado, que no se tomarán medidas que eviten la que se avecina. Al contrario, ya están levantándose voces que exigen averiguar cómo pudo The Times entrevistar a De Juana. O sea, van a ver si pueden matar al mensajero. Por cierto, al margen de todo, eso sí que es un scoop; eso sí que es periodismo de investigación y sin necesidad de hacer demagogia puesto que el diario no se refiere a De Juana como "preso político" o fiera sanguinaria y rabiosa, sino que con característica sobriedad británica, lo llama ETA killer, es decir, asesino etarra. A su vez, como decía más arriba, lo típicamente español es convertir a un "asesino etarra" en un mártir por la libertad.