dimecres, 14 de febrer del 2007

Los idiotas.

Imagino que mucha gente habrá leído el artículo del señor Vargas Llosa, publicado en El País del domingo pasado, titulado El regreso del idiota, una apología del libro escrito por su hijo, Álvaro Vargas Llosa en colaboración con Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner, asimismo titulado El regreso del idiota, continuación de otro, publicado hace 10 años, con el titulo Manual del perfecto idiota latinoamericano que, al parecer, ha sido un éxito de ventas en América Latina y se ha convertido en una especie de biblia de los neoliberales del subcontinente

No creo merezca la pena observar que eso de hacerse lenguas por escrito del libro del hijo de uno es incurrir en las feas costumbres del nepotismo, el enchufismo y el caciquismo tan arraigadas en el ámbito hispánico y contra las que se supone que lucha el regeneracionismo neoliberal. Y no merece la pena porque no es la primera vez que el ilustre novelista incurre en tan lamentable corruptela. Ya prologó el Manual, lo que no le impidió darle el correspondiente jabón en la prensa.

En esencia, el valor de estos libros, según el señor Vargas Llosa, reside en que, además de estar escritos por el retoño, ponen en solfa a la izquierda latinoamericana, víctima de esa congénita idiotez

"tercermundista, en todas sus aberrantes variaciones, desde el nacionalismo, el estatismo y el populismo hasta, cómo no, el odio a Estados Unidos y al 'neo liberalismo'".
Idiota, pues, viene a ser sinónimo de "izquierdista latinamericano" (y, por extensión, claro, español), un/a pobre ignarx que cree todavía en el valor de lo público frente a lo privado y aspira a modificar las sociedades en función de criterios de esa "justicia social" a cuya sola mención el habitualmente pacífico señor von Hayek empezaba a dar muestras de impaciencia casi grecolatina.

Hayek es una de las luminarias que el señor Vargas Llosa junior y sus dos amigos, recomiendan a los idiotas si quieren salir de lo que Kant llamaba el "estado de inmadurez del que sólo nosotros somos responsables", hablando de la superstición de la que habría de librarnos la ilustración, igual que el neoliberalismo nos redimirá de la idiotez izquierdista. Hayek, Von Mises, Popper y Ayn Rand, entre otros, son la cura de la idiotez de la tribu de la idiotez. Estos desidiotizadores no andan muy à la page, en verdad. A mí me viene muy bien porque así me hago propaganda ya que, si no estoy equivocado, soy el único español (y, encima, no neoliberal) que ha publicado un libro sobre Ayn Rand, (Literatura y política. La obra de Ayn Rand), interesantísima guionista, novelista y pensadora ruso-americana. A cambio de recomendar a unos, el señor Vargas Llosa desaconseja a otros, verdaderos gurús del idiotismo, por ejemplo, Noam Chomsky. De Chomsky dice el novelista que es muy buen lingüista pero sólo se le ocurren disparates en política. Bueno, es lo que le pasa a él: muy buen novelista y un zopenco en lo político. Por lo demás, estos neoliberales debieran recomendar otra gente más actual, más conectada con el mundo de hoy, al parecer tan lleno de idiotas como el de hace 10, 20, 100 años. Qué peste, Señor...

Lo fascinante es esa manía de los neoliberales de tildar de idiotas a las izquierdas. Idiota viene directo del griego idiotes, que significa, simple, ignorante, pero también persona que sólo se ocupa de sus asuntos privados, en ignorancia de la cosa pública. El idiotes es lo contrario del polites aristotélico, esto es, el ciudadano, el que sí se ocupa de los asuntos públicos. Es decir, el término tiene dos significados, cuando menos, uno peyorativo (el simple) y el otro neutro (el desinteresado de la cosa pública) que acabaron fundiéndose en el sentido más bien despectivo que tiene hoy el término. Dado que los neoliberales son quienes defienden la primacía de lo privado sobre lo público, los partidarios de lo que la filosofía política clásica llama la "libertad de los modernos" como el derecho de los individuos a no ocuparse de los asuntos colectivos y mind their own business, parecería lógico pensar que aquí los únicos idiotas en el doble sentido del término son Vargas Llosa padre, Vargas Llosa hijo y el espíritu santo en forma de halcón neoliberal.

(En la imagen, Eduardo Zamacois y Zabala, El favorito del rey, 1867).