La derecha ha decidido salir por sexta vez -séptima, según Libertad Digital, que no cabe hoy en el monitor del ordenata de orondo-, a mostrar su músculo en la calle. El diario ultra afirma que "La resistencia a ETA se convierte en un clamor de libertad y patriotismo sin precedentes". Resistencia a ETA yo he visto poca. La resistencia es a Zapatero y al gobierno socialista. La manifa se convocó, como las otras cinco (o seis) contra el Gobierno y se desarrolló contra el Gobierno. Como ha seguido la pauta de todas las otras, su significado y contenido son inexistentes. Más y más y más de lo mismo: "zETAp", "¿Quién está detrás del 11-M?" (lo juro, vi una pancarta), "Zapatero dimisión", etc, etc. De lo que no cabe duda es de, a fuerza de manifestarse una y otra vez, pancarta va, pancarta viene, la derecha y ultraderecha han adquirido una práctica notable, cuidan muy bien los detalles de impacto mediático y tienen un gran efecto propagandístico, tanto que ayer estaban las izquierdas bastante mohínas pues las artimañas conservadoras les habían hecho mella. Y, sin embargo, aburren a las ovejas y su manipulación de las víctimas es ya estomagante.
Y como el asunto no va de contenidos, ya que no los hay, se plantea la guerra de cifras, que es donde la derecha quiere ganar por la mano, por aplastamiento, la calle-es-mía, etc. Así que, con el desparpajo que caracteriza a todo lo que tiene que ver con la señora Aguirre, la Comunidad de Madrid, habló de millón y medio de asistentes. Ya que hay que mentir, vayamos a lo grande. La técnica es sencilla: tú pon las cifras a rodar, que suenen los millones. Como sonando están en los oídos de los transfugas del PSOE que dieron la Comunidad de Madrid al PP. La palabra "millón" es sonora, viril, y una vez que suena, deja huella. ¿para qué va andarse con tonterías el agitprop del PP tratando de fabricar cantidades que sean verosímiles? Eso ya lo hace la derecha civilizada de El País (que, en asuntos del País Vasco no anda tan alejado de los planteamientos de los manifestantes de ayer), inflando, pero tratando de mantener su crédito, por lo que pone el número en 210.000, algo que mucha gente puede aceptar de buena fe, aunque también esté hinchado y mucho. La delegación del Gobierno, preocupada con la posibilidad de que la acusen de bolchevique si da cifras de asistencia inferiores a los 10 millones, también ha inflado un poco la cantidad, hablando de 181.000 y esperando que, otorgando 6.000 más a la derecha, habrá cumplido con el incremento marginal que, a modo de tributo, hay que pagar siempre a la derecha en España por razones que se pierden en la noche de los tiempos y el silencio de los cementerios. Hasta los incautos de El Plural (de donde saco la foto de más arriba), dieron por buena la cantidad de la Delegación del Gobierno.
Nada hombre, en estos casos, como en muchos otros y si doña Maruja Torres no se pilla un berrinche, es la blogosfera la que nos saca de dudas. El que las tenga, el que abrigue dudas acerca de que la manifa de ayer, a pesar de tener más tiempo, mejor organización, más medios, fue igual o inferior numéricamente a la del 13 de enero de la izquierda, que vaya a El Manifestómetro, donde se hacen unos cálculos rigurosísimos, metro cuadrado por metro cuadrado, con fotos de control y todo tipo de garantías, y se exponen los procedimientos a la luz pública. Lo más fidedigno que hay. Bueno pues los de El Manifestómetro calculan que en la manifa de ayer hubo entre 115.680 y 154.140 personas, mientras que en la del 13 de enero hubo entre 111.000 y 148.000. O sea, más o menos lo mismo y muy posiblemente, menos ayer que el 13.
La división política es palmaria. Ahora hay que esperar a las elecciones; primero las municipales y, luego, las legislativas, que la derecha no ha conseguido anticipar, por mucho que se haya echado a la calle con banderas y fanfarrias. Aunque, si los dioses no lo remedian, de aquí a mayo quizá haya que soportar un par más de estas manifas que aquella borda.