Ayer vinieron de visita Athena y unxs amigxs suyxs (todxs en la foto, con Celia, de pie) que se quedaron a almorzar. La paz monástica de la casa se vio repentina y gratamente alterada con el bullicio que formaba una pequeña babel en la que había dos argentinas, una griega, un alemán, un germano-colombiano y un irlandés. Gente muy simpática y agradable. Se zamparon sin rechistar una espantosa paella que cociné y llevaron sus exquisitas maneras al extremo de sostener que estaba buena. Fuimos de paseo hasta le ermita de la Virgen de los Enebrales, donde encendí una velita por persona, impetrando lo mejor para cada unx. Me encantan las supersticiones de los pobres de espíritu, que conquistarán el reino de los cielos. Fue un placer tenerlxs en casa y espero que se hayan divertido.