Ahora que parece que los del PP se callan un poquito (¡Cristo, qué escandalera arman!) es posible oír otras voces. Aunque siempre sobre lo mismo: el tema eterno de la política española, el de la cuestión vasca. La verdad, es simpático escuchar esa generalmente castiza opinión según la cual aquí no hay "cuestión vasca" que valga, sino que un puñado de criminales (alentados, protegidos o, cuando menos, tolerados) por una manga de sinvergüenzas, anda fastidiando la mona en las provincias vascongadas. A ver si nos enteramos. Y el día que se tomen las cosas en serio, se ilegaliza y prohibe lo que haya que prohibir e ilegalizar y aquí paz y después, gloria. Tiene gracia. Cuarenta años de conflicto, y no hay conflicto. Cuarenta años de problema, y no hay problema. En fin...
En esta ocasión se convierte en noticia de primera en los periódicos que el lehendakari y el presidente español se han visto por sorpresa, à la dérobée en La Moncloa. Vamos, como cuando Bush viaja por sorpresa a Bagdad y no se lo dice antes ni al piloto. Pero no, aquí no hay problema; es que algunxs son unxs caguetas. Ya dije en un post anterior que me negaba a subir por enésima vez las caras de Rajoy, Zapatero y Otegi. Ahora podía aprovechar con la de Ibarretxe, que emerge menos en la blogosfera. Pero tiempo habrá, porque parece haberse decidido a hacer relaciones exteriores, empezando con España. Así que sigo con las imágenes de l'Épinal de Caperucita Roja.Chaperon rouge ya se ha encontrado al taimado lobo (¡menudo lobazo!) y el taimado lobo corre a poner en práctica sus designios perversos.
Es el caso que los señores Rodríguez Zapatero e Ibarretxe han estado de palique dos horicas, que no es moco de pavo, contándose sus secretillos. Y hacen muy bien. Después del bombazo de Barajas, hay que seguir moviéndose, explorando vías, tanteando. Parece que, de inmediato también, el presidente Zapatero se verá con don Josu Jon Imaz. Vamos que, con un poco de suerte, los sociatas y los nacionalistas burgueses vascos vuelven a la querencia, de la que se marcharon los segundos cuando se la jugaron a los primeros con el pacto de Estella/Lizarra, en 1998. O sea, que hemos dado un rodeo de casi diez años para volver a donde estábamos, en una alianza de gobierno del PSE con el PNV.
Ambos parecen ya convencidos de que con sus otros posibles aliados (el PP para el PSOE y Batasuna para el PNV) no pueden ir ni a la esquina. En cambio, ellos dos (mejor dicho, tres, porque habría de ser coalición PNV-EA-PSE) tienen garantizada la mayoría absoluta y, por lo tanto, la gobernabilidad del PV, los cargos y las prebendas, por descontado.
Los demás, a su vez, tendrán que arreglarse como los dioses les den a entender. Los amigos de Batasuna se han puesto a reflexionar "colectivamente", según dice el señor Barrena, como si eso fuera posible, pero, en todo caso, tienen un plazo ya perentorio que condiciona su futuro político, esto es, si podrán participar en las próximas elecciones locales o no. Para hacerlo, tendrán que legalizarse. Y esa es toda la reflexión. Porque reflexionar acerca de las propuestas de ETA es perderse en un mar de conjeturas perfectamente gratuitas. De ETA sólo cabe pedir el cese definitivo y verificable de la violencia. Todo lo demás no sirve ya de nada porque no cambiará nada. El señor Rafa Díez, del sindicato LAB lo ha dicho con concisión vizcaina: "con bombas, no proceso". Y ya está.
A su vez, los del PP seguirán planteando la via policial y judicial , sobre todo la judicial en todos los aspectos problemáticos de la política vasca: que si el señor Ibarretexe se ha reunido ilícitamente con los batasunos ilegales, que si esta subvención y aquella ikastola. A chinchorrear. Más duro lo tienen los de Ezker Batua porque supongo que no habría sitio para ellos en una coalición de nacionalistas burgueses y sociatas. También pueden concentrarse en otra reflexión (como los de Batasuna) acerca de la izquierda vasca en el siglo XXI o montar un Think Tank.
La cuestión, como siempre, es qué hara ETA. Ojalá comprenda que el ciclo de la violencia ha terminado, que está agotado y que debe dar el paso a constituirse en fuerza civil que plantee sus reivindicaciones en las instituciones. Sería un descanso para todos, para ellxs mismxs, los ciudadanos, los presos, las víctimas...
Pero no es nada seguro.