En el discurso sobre el Estado de la Unión ante un Congreso con mayoría demócrata y, por tanto, hostil a su política exterior, el señor Bush desgranó un programa de acción del Ejecutivo que parecía calcado de las grandes proclamas "liberales" de la Great Society de Lyndon B. Johnson, el sucesor de Kennedy, aquella pareja de bolcheviques intervencionistas. Se arrancó el Presidente pidiendo acción parlamentaria suprapartidista (lo que siempre piden los gobernantes que están en minoría en el legislativo, por si cuela), soltó un rollo sobre lo bien que va todo, con bajo índice de paro, baja tasa de inflación y salarios en ascenso, Jauja, en una palabra, para sacar a continuación a relucir a los niños, por los que su Gobierno tanto ha hecho y piensa seguir haciendo a través del benéfico programa "que ningún niño se quede rezagado". Emotivo momento: los niños primero.
Y, después, los enfermitos. Por fin se va a poner remedio al gran fracaso de la política estadounidense a lo largo del siglo XX, esto es, la inexistencia de un sistema universal de salud. Allí donde Clinton hubo de renunciar a su intento de reforma (mejor dicho, al intento de su esposa) del sistema sanitario ante la furibunda oposición del Partido Republicano, piensa Bush triunfar con el apoyo del Demócrata para facilitar el acceso de los más desfavorecidos a las prestaciones sanitarias mediante exenciones de impuestos que pretende compensar subiendo los de los más ricos, con planes por encima de la media. La inmigración va a dejar de ser un problema, gracias a sus enérgicas medidas y, además, el Presidente se ha hecho ecologista, con un plan para reducir en un 20% el consumo de gasolina en los próximos 10 años. Y eso que no cree en el cambio climático. Si llega a creer, restablece el sistema de postas. Todo esto sin aumentar un ápice el intervencionismo estatal.
En verdad, ¿le ha dado algo? ¿Se ha hecho marxista? No, pero los sondeos pintan azabache. Una encuesta de anteayer de AP-AOL descubría que el 66% de los estadounidenses piensa que el Presidente lleva un camino equivocado. Hace 5 años, el 68% creía que estaba en el buen camino. Es difícil hacerlo peor. Otra encuesta de la BBC World Service, de la que se hacía ayer eco la prensa mundial, con una muestra de 26.000 personas en 25 países daba resultados más demoledores para la política de los EEUU en lo que podríamos llamar la "opinión pública mundial", un factor que cuenta en la política interior del Imperio. Sólo el 29% de la gente cree que los EEUU ejerzan una influencia buena o positiva. Y el 73% está en contra de la política yankee en el Irak. Prácticamente, a favor de esa estúpida barbaridad sólo quedan Cheney, el mismo Presidente y el señor Aznar, quien ya está redoblando tambores, a ver si organiza otra guerra en Oriente Medio.
Con un Congreso contrario y una opinión pública nacional e internacional claramente hostil, el "pato cojo" tiene escasas posibilidades de sacar nada de lo que dice adelante. Tampoco sus logros eran enloquecedores cuando supuestamente no estaba cojo: de las 12 iniciativas que anunció en el discurso de 2006, ha conseguido realizar tres. Este año, cero. Este Presidente ya no es un "pato cojo"; es un pato laqueado. La segunda mitad del segundo mandato (la época de los patos cojos) pone de manifiesto en esta presidencia uno de los gobiernos más ineptos, crueles, disparatados y fracasados en cualquier país occidental en los últimos años. El punto esencial de tan egregia incompetencia es la bullshit del Irak, del que no solamente no quiere salir este demente, sino en donde está intentando empantanar miles y miles de nuevos soldados, sin tener en cuenta la disponibilidad de fuerzas militares del país, ya cercana al límite. Según la logística militar, por cada soldado en el campo de operaciones debe haber tres en situación de disponibilidad. Con 150.000 soldados en el Irak, la cifra es de 450.000, prácticamente el ejército yankee. Y todo eso para asesinar a una cantidad indeterminada de civiles iraquíes (entre 35.000 y 650.000), torturar a algunos centenares, conseguir que haya entre uno y dos millones de desplazadxs, las infraestucturas destruidas, el país arruinado y víctima de una guerra civil negada pero que cada día se cobra más de 100 muertos civiles. El caos. El caos con un máximo responsable: Mr. Danger, como lo llama Chávez.
Eso es lo que hizo que, en el discurso de marras, las referencias al Irak estuvieran envueltas también en una retórica salvífica de la guerra contra el terror y la seguridad del American people. Un presidente tratando de hacer aceptable, de "vender" a un Congreso hostil una política de "mantener el rumbo" en el Irak e intensificar esfuerzos. Esa guerra está absorbiendo recursos y efectivos militares como si fuera un maligno "Maelstrom" y el pato laqueado pretende alimentarlo, enviando una nueva oleada de soldadxs a la zona del conflicto en la esperanza de que esto le permita no tener que reconocer la derrota y pasarle la patata caliente a su seguidor y que, además, el Congreso ni se entere.