dilluns, 20 de novembre del 2006

Los arzobispos desobedientes.

No está mal que un arzobispo (el de Granada) preconice la desobediencia civil. Estaría mejor que la practicara. La desobediencia civil es una actividad típica de lo que los anarquistas llamaban "la propaganda por el hecho". Nada de soltar discursos, como el de monseñor en Granada, sino ir a los hechos. Hechos pacíficos, se entiende. Conviene que la Iglesia recuerde que la desobediencia civil es siempre pacífica, incluso de palabra. El desobediente civil no pasa horas agarrado a un micrófono, insultando a troche y moche.

Haciendo las cosas así, se prolongará El triunfo de la Iglesia, de Rubens: una carroza de oro macizo, tirada por briosos corceles de ricas gualdrapas. Sobre uno de ellos, un ángel lleva el toldillo con las llaves de San Pedro, mientras la Iglesia porta una custodia y está a punto de recibir sobre sus rubios cabellos la tiara pontificia. ¿Quién iba a reparar en la futesa de que el carro que aplasta y descoyunta a los infieles y herejes lleva a una papisa?

Su Eminencia, por lo demás, no llama a la desobediencia civil, sino que advierte de que estaría justificada con la nueva asignatura obligatoria de Educación para la ciudadanía que prevé pura doctrina política condenable. Claro que sí, si lo sabrá él, que pertenece a una congregación que lleva siglos monopolizando esa doctrina, la que sabe el valor de conquistar el corazón de los seres humanos, a base de hacerlo cuando son niñxs. La congregación que suscribe el siguiente propósito:

"Es bueno poseer un poder que descansa sobre los fusiles. Pero es mejor y más satisfactorio ganarse el corazón del pueblo y conservarlo."
La cita es de Goebbels, en su discurso en el IV Congreso del partido nazi en Nürnberg, 1933.Eso sí que era adoctrinamiento. En democracia, bien lo saben los obispos, es escasa la doctrina: un poco de relativización de valores, aprendizaje de virtudes cívicas, respeto al diferente, tolerancia, solidaridad, etc. Vamos, el manual del buen Juanito, lo que en mi tiempo se llamaban "Normas de urbanidad". Pero la Iglesia quiere para sí el monopolio de la impartición de doctrina. Como lo querían los nazis, sus discípulos más aventajados. Y, si no lo consigue, sus autoridades declaran que estaría justificada la desobediencia civil...de los demás.

Pero la desobediencia civil se predica con el ejemplo, porque es un recurso individual. No es de recibo inducir a los demás al incumplimiento de la ley, ya que eso sólo puede decidirlo la conciencia de cada cual. Quiero ver a Su Eminencia quebrantando en público una ley y sufriendo el condigno castigo para llamar la atención sobre la iniquidad de una situación.