Llueva o haga bueno, vengan bien o mal dadas, suba o baje la bolsa, haya más o menos muertos en el Irak, se recupere o no Fidel Castro, cometa o no otro disparate el señor Bush, algo permanece constante: el hostigamiento, las represalias, los bombardeos de Israel sobre ese lugar del infierno que se llama Gaza, el lugar en que Sansón, ciego, acabó con los filisteos. El cartel republicano de la izquierda, llamando a la solidaridad con el Madrid bombardeado por los facciosos, es muy actual. Madre y niño tienen un aspecto como palestino. Sobre todo el niño con ese jersey de punto. El color de la pobreza, que es el mismo en todas partes.
No tengo ninguna confianza en que esta masacre permanente, que dura decenios, ese despiadado propósito de exterminar un pueblo, erradicarlo, acabar con él, se detenga por la intervención exterior de eso que se llama la "Comunidad Internacional". Israel tiene el respaldo de los EEUU (es interesante leer el artículo sobre el sionismo en el gobierno de los EEUU en el InSurGente), lo que le permite llevar a cabo su política de asentamientos y de represalias de los habitantes que apuntan ambas a lo mismo: al exterminio, la erradicación del pueblo palestino. Sansón no terminó la tarea y es necesario culminarla ahora. E igual que Sansón acabó con los filisteos sepultándose con ellos en las ruinas del templo de Dagón, los israelíes de hoy quieren acabar con los palestinos (esto es, los filisteos) aun a costa de provocar una catástrofe de proporciones planetarias.
En esa vasta y wagneriana perspectiva, ¿que valor tiene la viuda humana? Cero, valor cero. Y, sin embargo, un escudo de decenas de palestinos ha impedido el bombardeo de una casa con no otra arma que ese valor cero de la vida humana. Supongo que los estrategas isrealíes concluirán que fue un error avisar de que iban a bombardear la casa. De ahora en adelante, bombardearán sin avisar. Están dispuestos a ser objeto del ludibrio general. O sea, a cubrirse de mierda.
OK, George, get the hell outta Iraq!