Pues la obviedad levanta tormentas. Se encienden las iras del PP, que habla de "legalización de Batasuna-ETA", y el señor Acebes dice que espera que el Tribunal Supremo actúe en contra de la legalización de una nueva asociación por fraude de ley. Es decir, el señor Acebes no quiere que la izquierda abertzale intervenga en la política vasca como asociación legal. Esa figura de fraude de ley puede servir en efecto para retrasar el proceso, aunque visto lo bien que le sale todo al ex-ministro del interior, cabe dudarlo.
Del otro lado de la (imaginaria) mesa llega rudo el mensaje de rechazo de Batasuna. Según el señor Barrena, la propuesta del Presidente del Gobierno es una "maniobra de despiste". Y esta es otra vaciedad para no decir que él y los suyos no quieren oír hablar de legalizarse mediando mutación. La pregunta inmediata es ¿por qué no? Y la respuesta sólo puede ser: por no dar su brazo a torcer, por una cuestión de negra honrilla. Pues no será por falta de experiencia. Lo que hoy se llama Batasuna, con algunas variantes, se ha llamado de muy distintos modos en un pasado reciente: Euskal Herritarrok, Herri Batasuna, etc. ¿Por qué no quiere ahora cambiar de nombre? Sólo cabe pensar que por cabezonería o porque le amargan los dulces.
Mientras tanto, los chicos de la kale borroca siguen dándole a la tea. No dudo de que quienes protagonicen estas gamberradas pertenezcan al género del homo sapiens pero quizá no fuera inadecuado ponerlos al amparo del "Proyecto Gran Simio". Como quiera, asimismo, que estas hazañas se producen generalmente en fiestas de guardar, quizá quepa clasificarlas como una muestra más del riquísimo y piadoso folklore euskaldún: estas buenas gentes te reciben con un aurresku y te despiden con una kale borroca. Peculiaridades étnicas.
Las dos imágenes son representaciones aztecas de las divinidades lunar y solar. Es sencillo ver cuál es cuál.