diumenge, 25 de març del 2007

Europa: elogio de la chapuza.

"O Freunde, nicht diese Töne!"

¡Tachín, tachín! Cincuenta aniversario del Mercado Común (MC), convertido en Comunidad Económica Europea (CEE), depurada en Comunidad Europea (CE) y transformada (de momento) en Unión Europea (UE). Esta sucesión de siglas refleja las metamorfosis de la organización que, a su vez, ilustran las del continente; un continente, el único del mundo, en el que todo se mueve permanentemente, las fronteras se desplazan, los Estados se escinden o se unifican, los regímenes cambian; un continente vivo en continua efervescencia. ¿Cuándo fue la última vez que cambió una frontera o surgió o desapareció un Estado en América?

Lxs europexs estamos orgullosxs de lo conseguido hasta la fecha, desde que este proyecto (dado que hubo otros antes) arrancó un 25 de marzo de 1957 en Roma. Bueno, no todxs. Hay otrxs, y son muchxs, en cantidades variables, según los países, que no solamente no lo están, sino que creen que todo lo que tiene que ver con la UE es un desastre. Unxs porque la ven como un monstruo burocrático, otrxs como un nido de banqueros ladrones, otrxs como una liga de privilegiados contra los pobres del Tercer Mundo, otrxs como un quilombo mestizo donde se pierden las esencias de nuestras razas puras etc. Quienes estamos orgullosxs de lo conseguido, también lo estamos de que haya tanta variedad de visiones. Bueno, tampoco todxs; a algunxs (también cantidad variable, según país) esta variedad les parece un desastre. Es Europa.

La UE es un prodigioso monumento a la chapuza, una muestra de la insólita capacidad europea para el apaño, el pasteleo, la solución ingeniosa, la capacidad de improvisación, virtudes todas ellas no privativas de los pueblos latinos. Desde que tengo uso de razón, lxs agorerxs amenazan con el hundimiento de la Unión cuyo estado natural es el de crisis cuando no por una cosa, por otra. Y, al final, siempre sale adelante con alguna laña, algún arreglo de última hora. En los años 60, la crisis de la "silla vacía" amenazaba con dar al traste con la Unión. En los 70, el pomposamente llamado "déficit de legitimidad". En los 80, el fracaso del mercado único. En los 90, con el fin de la guerra fría, los terrores de la ampliación. A partir del 2000, el desastre de la Constitución Europea. Y, después de cada crisis, una chapuza: en los 60, el "compromiso de Luxemburgo"; en los 70, la "serpiente monetaria" y la elección directa del Parlamento; en los 80, el Acta Única; en los 90, Maastricht y la moneda única; a partir de 2000, ya veremos.

La chapuza es el alma de Europa porque es la fórmula de la vida misma, que no se deja apresar por ningún proyecto, programa, "blueprint", modelo, pauta o patrón que quiera imponérsele, por esclarecido, prometedor o emancipador que diga ser. Europa es y no es la Europa de los Pueblos, la Europa de los Estados, la del Capital, la de los bancos, los sindicatos, las regiones. Europa es y no es Europa. ¿Prueba? Sencilla: ¿alguien puede definir la Unión Europea? Sólo quien lo haga a través del "No": no es un Estado, no es un organismo internacional, no es un Tratado. No se sabe qué sea. Pero es. Vaya si es. Que nos lo digan a quienes aún recordamos las fronteras interiores, las aduanas, las distintas monedas...

Cuando hoy, domingo 25 de marzo de 2007, el señor Romano Prodi, expresidente de la Comisión Europea, actual presidente del Gobierno italiano, democristiano de izquierda, entre otras personalidades, hable en nombre de la ciudad de Roma hace 50 años, transmitirá también al continente (pues así lo ha dicho ya) el mensaje del Papa Benedicto XVI quien recuerda que los católicos deben participar en política para defender la familia, el matrimonio (lxs suyxs, claro) y otros valores, algunos de los cuales me parecen fáciles de compartir y otros se me antojan repelentes. Como europeo escucharé lo que diga el Papa por persona interpuesta y como europeo pondré en solfa lo que no me parezca de recibo. Los católicos, dice ahora Benedictus XVI, deben participar en política. ¿Se acuerda alguien del non licet, cuando Pio IX, no menos Papa que éste, prohibió que los católicos participasen en política? Es que el Vaticano, la Iglesia católica toda, es también típico producto de la infinita capacidad europea para la chapuza. Veinte siglos de chapuza.

Nota bene: este post es complementario de otro publicado en el blog La otra chilanga, sobre igual tema pero con otro contenido, más pensado para un público latinoamericano. Aunque esto de pensar en públicos distintos en la blogosfera sea una tontería.