dissabte, 4 de maig del 2019

Martin Niemöller vive

La política española es cada vez menos interesante por lo repetitiva, cíclica y, por tanto previsible. Palinuro ha acabado siendo un blog catalán sobre Catalunya. Sus lectores son catalanes; los españoles han desaparecido. Es lógico. No se habla en él de su país, sino de otro. De otro que está sometido al suyo y quiere liberarse de esa sumisión. Pero ese anhelo no es interesante para los españoles. Sigue siendo lógico, pero quizá debieran reflexionar a ver si por confiarse en la repetición previsible acaban de cabeza otra vez en la dictadura. Camino llevan y ello obliga a considerar lo que hacen.

¿Alguien recuerda que los españoles de derechas o izquierdas protestaran contra la inenarrable cacicada de la Junta Electoral Central (JEC) de excluir al president Puigdemont y los consellers Comín y Ponsatí de la candidatura a las elecciones europeas?. Ni pío. Ninguno dijo ni pío. Como no lo hicieron con las demás arbitrariedades de este órgano para perjudicar cuanto pudiera las candidaturas independentistas. Ni pío.

Ahora, los mismos ultrarreaccionarios al servicio del PP y el PSOE arremeten contra las candidaturas de la izquierda madrileña y persiguen hasta la sombra de Carmena y Errejón. Todas sus prohibiciones y restricciones van siempre contra la izquierda y a favor de la derecha, incluida la fascista. En Catalunya, van contra el independentismo; en España contra la izquierda más a la izquierda, que tampoco se da por enterada cuando se persigue a los indepes. Suenan los ecos del famoso poema de Martin Niemöller, cuya primera estrofa podría parafrasearse así: "cuando los nazis vinieron a llevarse a los independentistas, guardé silencio ya que no era independentista". La última ya se sabe cómo acaba.

Volvamos a Catalunya. Ayer, la CUP publicó un documento con su análisis de la situación política después de las elecciones del 28A. Es una declaración oficial de la formación en ocho puntos. Su lectura, posible, a pesar de lo apelmazado de una prosa burocrática y autojustificativa, demuestra que también aquí vive Martin Niemöller. La CUP parece atisbar que, detrás de JxC y Puigdemont, quizá vaya ella. Y eso obliga a reconsiderar lo que se ha hecho o, mejor dicho, dejado de hacer.  Los ocho puntos se reducen a tres en razón de su contenido, a cada cual más lamentable. Los puntos uno y dos celebran los buenos resultados del independentismo en las elecciones del 28A, a los que la CUP no ha contribuido en nada, pues no se presentaba y solo a regañadientes reconoció que no estaba predicando la abstención.

Los puntos tres, cuatro, cinco y seis, el grueso de la declaración analiza la situación en el reino de España luego del 28A, análisis ex abundantia cordis y totalmente gratuito. Su punto de vista está bien, pero es tan irrelevante como el de un gacetillero, pues la CUP no se presenta, sostiene que el reino vecino no es cosa nuestra sino tangencialmente, que lo nuestro está en Catalunya y sobre todo a nivel callejero y municipal. Resulta que los más interesados en la cosa española son quienes dicen que la cosa española no interesa y que hemos de ir a nuestra bola y que esta es la que ellos dicen que es.

Los puntos siete y ocho abogan encendidamente por la unidad de acción del independentismo, sin mención alguna al hecho de que son la CUP y ERC quienes se han opuesto siempre a las listas unitarias. Está claro que Niemöller está más presente que nunca. Y de nada sirve que la CUP recuerde, a título de justificación vergonzante, que ha trabajado por la unidad "con discreción" (sic). Tanta que no se les ve.

Mientras tanto, el Estado no descansa en su actividad bandolera por un lado y propagandista por el otro. El ministerio de Asuntos Catalanes, a través de la organización "España global", prepara una macro-operación propagandistica con doscientos diplomáticos distribuidos por el mundo entero, al modo en que la iglesia distribuye sus misioneros, con la tarea de revertir el desprestigio de España como Estado de derecho. Todo con dinero público, claro. Nos va a costar una pasta. Y, tratándose de diplomacia pública española, será contraproducente y servirá para prestigiar la causa de la independencia catalana. Mira, algo es algo.