dilluns, 6 de maig del 2019

Infierno

Es la advertencia del Canto III, Inferno, de la Divina Comedia, que podría parafrasearse así: "Lasciate ogni speranza, voi che proibisce". Abandonad toda esperanza quienes prohibís. 

Lo dice un "fugado" de la justicia, exiliado político en Bélgica, presidente de un Consell para la República que es una asociación de derecho privado, carente de medios y reconocimiento institucional y residente, en irónico juego de la historia, en Waterloo. Una figura icónica frágil, con una voz que suena en toda Europa y que ha vencido al Estado español en dos batallas judiciales en Bruselas y Alemania. 

¿Cómo explicar este extraño fenómeno? Objetivamente porque surge de la combinación de un uso inteligente del derecho, una posición política clara con un enorme apoyo social, una gran presencia y actividad en la Web y, consiguientemente, un tratamiento mediático favorable. ¿Y subjetivamente? ¿No es obvio que la figura del presidente Puigdemont en sí misma aporta el elemento decisivo?

 Algún comentarista del ámbito cultural cristiano sospecha que el MHP tiene "un ángel de la guarda". Se entiende  lo que quiere decir, aunque lo diga mal. La angeología católica asigna un ángel de la guarda o custodio a cada persona. Puigdemont tendrá el suyo, como todo hijo de vecino. Seguramente se piensa en un ángel más que normal, quizá un arcángel especialmente guerrero, como San Miguel. O un Trono, o una Dominación. En todo caso, un ángel especial, poderoso y quizá "terrible", como decía Rilke, aunque quepa sospechar según para quién. Ese ángel es lo que los estudiosos llaman "carisma", algo tan exaltado e impreciso como la baraka musulmana; el espíritu de Dios.  En nuestros descreídos días, rebajamos el "conceto" a liderazgo, que suena menos místico y más empresarial. Como se quiera, ángel, arcángel, carisma, baraka, liderazgo,  lo que sea, el presidente Puigdemont tiene para dar y tomar.

Menudo trabajo el de los 200 adalides diplomáticos de Borrell y Lozano, encargados de predicar por el mundo la verdad oficial española del Estado de derecho y la democracia en un clima de opinión muy adverso que, se alimenta día a día con las pasmosas arbitrariedades de los órganos, organismos, tribunales españoles. Ignoro cuántas personas trabajarán en el Diplocat, el servicio exterior de la Generalitat, pero supongo que será una docena o así. Doce contra doscientos. Un Estado contra un gobierno autónomo que actúa como República independiente en unas condiciones de inseguridad y precariedad agobiantes. Y aun así, actúa. La República independiente existe. Y la mejor prueba de su existencia es el ejército de 200 funcionarios, armados con el libro rojigualdo borrelliano como task force de la recuperación del prestigio del reino de España.

En cuanto al Tribunal Supremo, supongo que hay razones muy bien traídas para devolver el recurso a las instancias inferiores con la advertencia del sentido que ha de tener la resolución. Pero se da una imagen lamentable de una justicia evasiva e irresponsable ante decisiones administrativas tan arbitrarias que podrían ser delictivas. Blanquear estas trapisondas en Europa requiere algo más que doscientos heraldos de la gloria hispana.

Boye dice que están en inferioridad de condiciones. Hay que decirlo porque es cierto. La JEC ha torpedeado la campaña de la candidatura de Puigdemont. Habrá que pedir reparación. Pero, por otro lado, el escándalo provocado por esta cacicada ha sido un impulso a la campaña en el terreno mediático, pues ha operado la indefectible ley de que, si quieres que algo se difunda, prohíbelo. 

El balance del exilio en punto a eficacia en la lucha es extraordinariamente positivo. Catalunya, la "cuestión catalana" tiene una resonancia internacional que, de otro modo, no se hubiera alcanzado. Si no ha salvado el proceso, lo ha consolidado e impulsado. Y eso en una Europa en la que, en poco tiempo, se planteará un segundo referéndum en Escocia. Y en una Catalunya en la que, de conseguirse mayoría independentista en las próximas elecciones catalanas, la ANC pide la declaración de independencia.

El tiempo apremia. Las propuestas medio y largoplacistas de negociación habrán de pronunciarse sobre la cortoplacista de unilateralidad porque esta es tan legítima como cualquier otra. El movimiento independentista mantiene la unidad. Es lo que ha señalado el liderazgo de Puigdemont por encima de las diferencias de resultados en unas u otras elecciones de un sistema impugnado y que, por eso mismo, son contingentes. 

Eso lo hemos entendido todos. Gracias a la acción bandolera a la desesperada del Estado, intentando privar a unos ciudadanos de sus derechos por razones políticas.

Lo hemos entendido viendo a un líder haciendo frente él solo a un Estado.