¡Qué gran entrevista han realizado Ignacio Escolar y Neus Tomàs al MHP Puigdemont! Qué buenas las preguntas. Cuánto conocimiento de la realidad catalana revelan. Y qué buenas las respuestas. Cuánto conocimiento de la realidad española y la catalana prueban. Suele decirse que la lejanía física provoca distanciamiento sentimental y racional, que el exilio emborrona el juicio del exiliado, pues le hace vivir en un tiempo congelado que en su país ya es ido. Es un argumento pobre y, sobre todo, pedestre. La distancia garantiza la visión de conjunto sin pérdida de la precisión del detalle. Las águilas dominan todo el paisaje y aciertan la presa, por pequeña o rápida que sea.
Desde su carismática posición, mantenida y reconocida sin vacilación durante más de año y medio, Puigdemont es un águila cuya visión pasa los montes, domina las mesetas castellanas y las tierras andaluzas. Y, al tiempo, se extiende por toda Europa. Es una terminal de información sobre "la cuestión catalana" única. El centro de referencia número uno y a quien se reconoce en verdad más autoridad que al Estado. Por eso es su enemigo público número uno.
Los dos periodistas hacen preguntas pertinentes e "impertinentes", a veces duras y hasta agrias; y repreguntan para dejar las cosas claras. Son meticulosas y directas. Realmente, con permiso, una lección de periodismo.
Flotan sobre el texto dos ánimos no expresos pero presentes, uno mira el presente y el otro, el futuro. El ánimo presente implícito es que el 28-A el independentismo obtendrá muy buen resultado que le permitirá (en qué medida es cosa por ver) condicionar la gobernabilidad de España. La insistencia en las preguntas sobre pactos, sin embargo, revela el defecto de la visión española, por bienintencionada que sea. Los resultados catalanes solo se consideran en una perspectiva instrumental de la política española. En sí mismos, no significan nada. Y, para los indepes, en cambio, significan todo, porque un buen resultado no solo permite bloquear o no bloquear la política española sino, sobre todo, proseguir aplicando el mandato del 1-O con fuerzas renovadas. La política española depende de Catalunya, pero Catalunya tiene su propia política. Lo explica muy bien Puigdemont en una serie de consideraciones que cabe resumir en un: es el turno del Estado, es al Estado a quien corresponde hacer propuesta, mover ficha. Si lo hace, el independentismo tiene a gala recordar que siempre ha estado abierto al diálogo. Si no lo hace (al igual que si lo hace), la política catalana seguirá su camino a la independencia y la república por vía unilateral.
El segundo ánimo implícito que sobrevuela la entrevista enfoca el futuro. Algunos de los temas tratados incluyen afirmaciones contradictorias que habrá que contrastar. Cuenta Puigdemont que dispone de una maleta con sus documentos del periodo crucial, desde la convocatoria del referéndum hasta su exilio y que está trabajando sobre ella. Es obvio. El futuro apunta a la historia. El personaje Puigdemont ya ha entrado en ella. Su peripecia es única: un liderazgo carismático ejercido a más de mil kilómetros de distancia, sin medios materiales, y sostenido por el esfuerzo solidario de un pueblo. En todo caso, esa maleta estará ya siendo codiciada por meticulosos historiadores que obtendrán en su día datos preciosos para interpretar este turbulento proceso como el nacimiento del Estado catalán.