dissabte, 27 d’abril del 2019

La lista de los tres presidentes

Y no eran presos políticos, sino políticos presos. Cuánta hipocresía. Ninguno de los numerosos políticos presos del PP ha intervenido jamás en campañas electorales, ni sido candidato a nada; ni siquiera ha seguido siendo del PP. Lo dicho, cuánta hipocresía la de quienes, por mantener un feo mito (el del Estado de derecho en España) no se atreven a llamar a los presos políticos por su nombre.

El cierre de campaña en Catalunya/Barcelona ha permitido visualizar el punto de importancia de estas elecciones para Catalunya

JxC ha cerrado en el Born para refozar su imagen independentista enlazando con el pasado. Sus reivindicaciones son su derecho, pero, a fin de cuentas, cuestión propia, interna. Lo esencial es el aquí y ahora y los hechos de hoy, ayer, mañana. Su insistencia en el independentismo prueba la confluencia de una parte importante de la estructura social catalana, tradicionalmente apartada de esta aspiración y sin la cual el objetivo común es inalcanzable. Creer que cabe compensar la pérdida de este sector de la sociedad a base de ampliar por "abajo" es de una ingenuidad pasmosa. O la República es de todas o no hay República. 

ERC ha cerrado en Badalona, también con videoconferencias de sus dos candidatos presos, Junqueras y Romeva y la exiliada, Marta Rovira. La historia ha contado; los ochenta años, también; y la petición del voto para el partido "más independentista de los partidos independentistas". Perfectamente legítimo. Es satisfactorio decir que tanto la campaña de ERC como la de JxC han sido en positivo y los aspectos negativos se han dado hacia fuera, hacia los adversarios comunes, no entre ellos. Los dos han cargado en sus elementos favorables, lo cual también es legítimo y, por eso mismo, desmerecían implícitamente a la otra parte. Pero eso es siempre inevitable.

Lo que no era inevitable, pero parece haberse ha dado, es cierto eclipse informativo respecto al Front Republicà (FR). Los partidos independentistas debieron esforzarse en garantizar espacio en los medios a esta coalición o, cuando menos, solidarizarse con ella y protestar de que se la marginara, aunque fuera con pretextos formales.

La importancia de estas elecciones para Catalunya es dual, tiene dos caras, como Jano: la que mira a España y la que mira a Catalunya. Si se cumplen los vaticinios de las encuestas, el resultado de JxC estará por debajo del de ERC. Ello repercutirá en el Congreso español, pero en muy moderada medida dado que el contingente catalán será reducido. Será, sin embargo, mayor en Catalunya, a nivel simbólico, dado que las elecciones no son catalanas. Pero será. La estructura de gobierno actual corresponde a una composición parlamentaria que cambiaría mucho si los vaticinios se hicieran realidad.

Esa es la importancia de las elecciones españolas en Catalunya y, si se añade la presencia del recién nacido FR, la importancia se convierte en intriga. Ya que puede influir mucho en la realización de los vaticinios. Los resultados permitirán hacer recuento del apoyo a todos los matices posibles del independentismo. Y permitirán también dar razón de esos matices en interminables debates.

El hecho básico, sin embargo, es que, después de todo, el punto final, la imagen última que los partidos han dejado en la retina de los electores es la coincidencia en el objetivo final independentista.

Una prueba más de que es la gente quien está al mando del proceso; no los partidos.

Realmente, JxC no lo es. Es una coalición electoral de partidos y gente sin partido. Y con una organización en su seno, La Crida, tan extraña que reconoce el derecho de sus afiliados a la doble militancia, algo así como legalizar los furtivos. De ese modo JxC tiene una base material para justificar su insistencia en la unidad. Responde a la petición unitaria de la gente con un "por nosotros no quedará". Si no se produce, si la petición no prospera, si fracasa, no es culpa suya. Su empeño es el del beautiful loser.


Para contrarrestarlo, JxC echa mano a un factor de fuerte impacto visual. El hecho de ser la candidatura, la lista de los tres presidentes. Si el carisma de Puigdemont es muy fuerte, el de los tres presidentes juntos es arrollador. Ese trío presidencial abarca una gama muy amplia de posiciones sociales e ideológicas, simbolizadas en tres circunstancias personales que no ofrecen duda alguna: el presidente Mas, erróneamente enviado a la poubelle de l'histoire por la CUP y hoy sometido a persecución confiscatoria de su patrimonio por el Tribunal de Cuentas, así como a inhabilitación; el presidente Puigdemont, en el exilio; el presidente Torra, contra quien ya hay una o más querellas de la Fiscalía. Decir que estas personas representan a la burguesía corrupta catalana del 3% dispuesta a pactar con el unionismo español más reaccionario es delirar.


El carisma de Junqueras se da en otro contexto social e ideológico y en otro plano. El líder está sometido a un grado superior de represión al de los otros, pues carece de libertad. Y esa circunstancia encuentra muy calurosa acogida en la opinión pública, lo cual explica que la valoración popular de Junqueras sea superior a la de Puigemont, según el análisis de Joe Brew . Pero, al tiempo,  en los aspectos no personales, institucionales, políticos u objetivos la diferencia se invierte. El hándicap del carisma de Junqueras está en la condición de partido de su organización. Si la independencia fuera obra del partido, el carisma personal quedaría disminuido.

La independencia de la nación solo puede ser obra de la nación. Y la nación somos todas.