Es lo que dicen todos siempre. Ahora también. Hasta Pablo Casado, al que han dado un repaso y ya le llaman Pablo Fracasado, aun reconociendo que es un resultado muy malo (ya lo verá cuando lleguen los EREs en la plantilla sobre-cogedora), se alegra de seguir siendo líder de la oposición, no habla de dimitir y está ya dispuesto a repetir la hazaña el 26M.
Antes de nada, demostrado queda que la bronca amenaza de los tres soldados de (poca) fortuna era una bravuconada muy en su estilo. El fascismo español es un tigre de papel. Pero es; vaya si es. Pero es lo que es: en torno a los 150 diputados sumando las tres fuerzas, tres en esencia y una en impotencia. No suben en apoyos; se los reparten de varias formas. Antes estaban todos en el PP. Ahora van por suelto, pero son los mismos. Intercambiables hasta en el aspecto físico. No digamos en la pomposa vaciedad de sus discursos.
Los bárbaros se han quedado fuera. A las puertas, pero fuera. Todos hemos ganado, incluso los que han perdido, porque tendrán tiempo para pensar por qué, si es que piensan. Hemos ganado gracias al talante democrático de los españoles, aunque sea por escasa mayoría. La izquierda suma en torno a 165. Descontamos a los nacionalistas y nos encontramos con las sempiternas dos Españas, más o menos igualadas. La circunstancia de la II República.
En el País Vasco y Catalunya no solo hemos ganado, sino que hemos arrollado literalmente el fascismo. En el primero, la trinidad derechista se ha esfumado. El PP, que obtuvo 2 diputados en las elecciones anteriores, los ha perdido. En cuanto a Catalunya, de sus seis diputados, el PP ha perdido cinco, gracias a la gracia de su inenarrable cabeza de lista por Barcelona, capaz de sacar de quicio al santo Job con su necia arrogancia. A cambio, el Imperio ha ganado un adelantado de Castilla de Vox que, sin duda, vale por cinco de la "derechita cobarde".
Merece la pena comentar por separado la incidencia de las elecciones en ambos países.
En España, el PSOE, el que más ha ganado, se erige como el palo del almiar al que se suman ahora diversas propuestas de coaliciones, todas solícitas, todas para seguir ganando en la estabilidad que anhelan. Esto se ha llenado de asesores oficiosos. No hay periódico que no ofrezca su variante. En la confusión generalizada, Sánchez está en situación de elegir e, incluso, de no elegir y plantear un gobierno en minoría según su acariciada fórmula de "independientes de reconocido prestigio". Veremos cuánto aguanta esta propuesta.
Y el resto de ellas. El triunfo del PSOE en España no tiene reflejo en Catalunya en donde el PSC, aunque levemente recuperado, sigue (más) por debajo de ERC y, por supuesto, del bloque independentista. Catalunya es un mentís rotundo a la habitual falsedad de Sánchez de que el independentismo no es mayoría. El bloque independentista tiene hoy cinco diputados más en el Congreso y refuerza su capacidad de bloqueo.
Los próximos días aclararán qué coalición forja Sánchez, si forja alguna. Excluyendo a Vox, los números dan para sendas alianzas con las otras dos derechas, C's y PP. Aunque los viejos jarrones desearían una gran coalición PSOE/PP, a nivel germánico, la militancia no la ve con buenos ojos y tampoco con C's. Se inclina más por Podemos, el que iba a ser el sepulturero del PSOE y se ha convertido en su mascota. Pero los números no dan. Se necesitan independentistas. O ir a un gobierno de geometría variable.
Decir indepes es mentar la bicha. Pesan mucho los reiterados "noes" de Sánchez a la independencia, el referéndum, la autodeterminación. Y pesan mucho los presos/as políticas. Pero, por mucho que pesen, habrá de levantarlos si quiere abrir un camino a la estabilidad y la "normalidad" que dice querer. Tendrá que hacer propuestas y los indepes las tomarán muy en consideración porque han tenido buen resultado en Catalunya y están fortalecidos.
En Catalunya, la gran ganadora ha sido ERC que ha visto validada la hipótesis de Junqueras de que, yendo por separado, los indepes obtendrían mejor resultado en conjunto. Quienes defendíamos listas unitarias y de país errábamos. No obstante, es un error de buena fe, digno, y merece la pena perseverar en él. Es decir, no es un error. En la alegría de la victoria, sostienen que ERC ha ganado por primera vez unas elecciones generales al PSC. Ciertísimo. Como ciertísimo es que antes, en 2011, se las había ganado CiU.
Ganadores también han sido los de JxC aunque, a juzgar por sus rostros cariacontecidos en su comparecencia, más parecía que se sintieran parte de un velorio. Laura Borràs sacó fuerzas de flaqueza y, en un ambiente de decepción, proclamó una obviedad: que se trata de un muy buen resultado para el independentismo, que crece. ¿No quedábamos en que la unidad prevalece y prevalece porque hay coincidencia en el objetivo? ¿Y no es el objetivo la independencia?
El resultado es excelente por partida doble. De un lado, confirma el ascenso y consolidación del independentismo y, de otro, sanciona la agitada transición de la galaxia convergente a una formación netamente independentista. ERC ha crecido mucho, pero no a costa del universo de JxC, que solo ha perdido un escaño en unas condiciones difíciles. El incremento de apoyo a ERC viene mayoritariamente de otros sectores. Por ejemplo, de los que quizá hubieran votado al Front Republicà en el caso de que este se hubiera constituido antes y no hubiera sido después objeto de silencio mediático.
¿Por qué los rostros cariacontecidos? Porque, se quiera o no, siempre hay piques y los políticos son picajosos. Pero no ha lugar a otra cosa. El resultado está en línea con los que se han producido desde la ruptura y refundación de la antigua Convergencia. Al considerarlo como negativo, algunos dirigentes "moderados" lo achacan a la decantación netamente independentista. Pero lo cierto es que no hay marcha atrás. La exigencia del referéndum es ya insoslayable, pues no hay otro modo de resolver el conflicto.
Y esa es la exigencia que seguirá planteando un govern apoyado en una ligera mayoría parlamentaria de JxC y que defenderá el bloque independentista catalán en Madrid con una neta mayoría de ERC. La cuestión está en cómo la defiende, ahora que no es preciso investir un gobierno socialista co el pretexto de la llegada de los bárbaros.
En definitiva, hemos ganado.