Me abstengo de decir "cachondeo" porque, por decirlo, la Audiencia de Sevilla condenó en 1985 al entonces alcalde de Jerez de la F., Pedro Pacheco, a dos meses de arresto mayor, multa de dieciséis días e inhabilitación absoluta de seis años y un día. Luego, el Supremo lo absolvió, pero nunca puede uno estar seguro con el cachondeo.
La escandalera que está montándose en Europa con este juicio tan pintoresco, cada vez más parecido a una película de Luis García Berlanga, se acerca ya a las dimensiones a que España está acostumbrada. Recuérdese la movilización internacional por la ejecución de Ferrer Guardia, las repetidas protestas contra los crímenes del franquismo, el juicio de Burgos o las últimas cinco ejecuciones. El trato parece algo dulcificado. No hay ejecuciones o asesinatos, pero hay persecución, cárcel y exilio para los disidentes políticos.
Así que el ministerio de Asuntos Catalanes tiene el trabajo de Sísifo. Cuando cree haber extirpado una campaña antiespañola, movida por el secesionismo catalán, le cae un fuego graneado de declaraciones de premios nóbeles, diputadas y diputados en diferentes cámaras. Imposible responder con la verdad hispánica, luchar contra la leyenda negra, deconstruir el relato separatista. Así que ha tenido que externalizar la tarea y contratar una empresa privada para la tarea de imponer la sana doctrina de España-Estado-democrático-de-derecho-homologable-a-los-vecinos. Philip Marlowe al servicio de la causa de Santiago y cierra España.
El naufragio del montaje policial-judicial para criminalizar el 1-O por la absoluta incompetencia de quienes lo organizaron, lo ordenaron, lo supervisaron y le dieron el vºbº es clamoroso. Y eso que Marchena ha censurado el visionado de las cintas que todo el mundo conoce -los primeros, los testigos-, que demuestran la rotunda falsedad del relato urdido en las alcantarillas de este lamentable régimen.
Si la fábula interior de la violencia, el relato del odio, los objetos voladores no identificados y otras patrañas ha fracasado, la fábula exterior, también. Por más que se desgañiten los funcionarios del servicio de propaganda "España global", nadie en Europa cree que los dirigentes independentistas estén teniendo un juicio justo. Ni por asomo.