Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado El quadre final sobre los últimos días de la campaña electoral. Trasmite preocupación porque, a falta casi de horas, pueda romperse el activo mayor del independentismo: la unidad.
Toda acción política implica división y conflicto. Pero los conflictos pueden ser más o menos antagónicos o virulentos. Hasta la fecha, sus legítimas diferencias no habían amenazado la unidad de acción del independentismo. Se debatían en un clima de respeto y colaboración. En el debate de TV3 ayer, aun con sus defectos, no hubo ataques mutuos entre ERC y JxC y solo algunas discrepancias en tono moderado entre los independentistas y los Comuns o soberanistas. Cosa muy loable. Pero ayer también, la alcaldesa Colau lanzó un ataque brutal contra JxC en un mitin. Aunque ella no se percatara (o quizá porque sí lo hiciera con aviesa intención) a quien ese ataque deja en posición más desairada es a ERC por razones evidentes... evidentes para los independentistas.
El resto del artículo se mantiene. Aquí la versión castellana:
El cuadro final
En esta campaña electoral que entra en su último tramo, los acontecimientos han ido tan rápidos que quizá no hemos aquilatado a fondo el significado de algunos de ellos. Circunstancias extrañas y peregrinas que no se han interpretado en su todo su alcance.
Por ejemplo, las comparecencias y ruedas de prensa de los presos políticos han dejado patente esa condición de presos político y desmentido por tanto el discurso oficial del gobierno de que estos no existen y que se trata de políticos presos. Sí, políticos presos por hacer política, no por delinquir. Por eso son presos políticos y no delincuentes y el Estado tiene que reconocerlo ofreciendo su imagen junto a sus propios símbolos, la bandera y el Borbón.
Desde el punto de vista mediático, casi exclusivamente audiovisual, las imágenes y los discursos de los dirigentes independentistas encarcelados han sido la prueba evidente de que su prisión es inicua. Ha podido verlo todo el mundo y el tribunal Supremo ya no se molesta en disimular su parcialidad, su inquina hacia los acusados y su talante franquista. Pero ningún movimiento prosperará nunca si fía sus expectativas de triunfo al hecho de que el adversario sea un inmoral o reconozca la injusticia de su comportamiento.
Tarde o temprano, el PSOE aceptará un referéndum negociado, sostiene Jordi Sánchez. Desde luego. Y no solo el PSOE- También el Estado, obligado por la presión internacional. Pero el punto no es dejar constancia de algo evidente, sino cómo lo encajamos en la actividad hacia la independencia. Porque también tarde o temprano, todos calvos, como dijo J. M. Keynes en memorable ocasión. Pero eso no nos ayuda a avanzar en nuestras aspiraciones, que no pueden depender de que el PSOE o los demás partidos españoles reconozcan la inevitabilidad de poner fin a la situación colonial de Catalunya. Por sí mismos no van a hacerlo. Hay que ayudarlos. Y, para eso, nada mejor que perseverar en el objetivo ignorándolos.
La campaña ha servido para dejar claras las opciones del independentismo. Y lo que resta, aun las dejará más claras. Hay una opción de bloqueo de la política española de forma que no se investirá gobierno alguno que no reconozca expresamente el derecho de autodeterminación de los catalanes. Hay otra que no habla de bloqueo, sino que postula algún tipo de colaboración, negociar con el gobierno la salida en forma de referéndum. Esta comprende a su vez dos: quienes ponen el compromiso a una negociación con vistas al referéndum como condición "sine qua non" y quienes prefieren omitir condiciones y, dicen, "líneas rojas".
La campaña ha acusado el impacto de una presencia nueva, que nadie hubiera dado por segura hace un mes, la del Front Republicà de Poble Lliure, Som Alternativa y Pirates de Catalunya. Un impacto que solo permite especulaciones dada su novedad. La abstención cupaire pareció orientar parte del voto CUP hacia JxC por su mayor perfil independentista. El Front Republicá absorberá probablemente parte de ese voto, pero no en tan gran medida como lo hará con ERC. Esta, tiene dos vías de fuga: los votantes tradicionales que no querían votar a los herederos de los convergentes y los que se le habían añadido de la CUP. Pero tampoco debe desdeñarse el impacto en los propios Comuns, de los que absorberá una buena cantidad en función del compromiso independentista del frente.
En una situación lejanamente análoga a la Transición española, a cinco días de las elecciones tenemos tres posiciones claramente identificada: una posición de bloqueo, pero no necesariamente independentista (Front Republicà); otra independentista con algunas gotas de reformismo pactista si hay amenaza de otro gobierno aun más fascista en España (JxC); y, por último, otra reformista, partidaria de no bloquear ni de las "lineas rojas" (ERC).
En breves días tendremos el resultado de los apoyos populares a cada opción. El penúltimo debate en la televisión española ya ha demostrado que Catalunya no tiene nada que esperar de ninguno de los cuatro partidos del régimen; ni del régimen; ni de lo votantes que lo sostienen, todos ellos, en el fondo, partidarios de tratar a los catalanes como al president Puigdemont en Coripe.