dimecres, 20 de març del 2019

Venid por ellos

Episodio universalmente conocido. Cuando Jerjes ordena a los espartanos que defienden el paso de las Termópilas que entreguen las armas, y Leónidas responde: "venid por ellas" o "venid y tomadlas". 

Actualizado: venid por los lazos amarillos. Ahora no hay armas, no hay guerra; pero hay conflicto, confrontación y voluntad de prevalecer. Hay recursos, contrarrecursos, alegaciones, documentos, declaraciones, al estilo del momento. Pero, al final, es lo mismo.

Venid por ellos. Por esos "lacitos" amarillos que, para la izquierda madrileña y castiza, son unas fruslerías de independentistas pijos.

Venid por ellos.

Un consejo: que vengan muchos, cuantos más, mejor. Abran banderín de enganche de voluntarios. Sean miles, decenas de miles. Tienen tajo. Actualicen el "¡a por ellos!", aunque no hace falta que vengan armados. Nadie va a impedirlo. Serán correctamente recibidos, sobre todo si, al margen de satisfacer su furiosa manía anti-lazos amarillos, se portan educadamente, no gritan, no ensucian, pagan las consumiciones y respetan las normas usuales entre naciones civilizadas. 

Sigan el ejemplo de sus paladines, Arrimadas, Rivera, Fernández, que suelen amenizar sus actos públicos con quitadas festivas de lazos. Vengan a Catalunya a arrancar lazos amarillos, en cumplimiento de las órdenes de la Junta Electoral Central, ya que los rebeldes catalanes se niegan a aceptar su neutral autoridad. Insisto, hay tajo. Y fácil, pues nadie se lo impedirá. Solo los fotografiarán o grabarán en vídeo para solaz de futuras generaciones. 

Pero prepárense. Les informo, pues tengo la impresión de que desconocen ustedes la magnitud de la tarea, muy a tono con su desconocimiento general de Catalunya. Casi todos ustedes piensan que se trata de unos centenares de lazos amarillos en las farolas de los paseos marítimos y las fachadas de los ayuntamientos, como les muestran sus televisioness. En absoluto. Hay millones de lazos amarillos a lo largo y ancho de Catalunya, desde Sant Carles de la Ràpita a Figueres y desde Torrefarrera a la Barceloneta. En los ayuntamientos, sin duda. Piensen ustedes que de los 800 que hay en Catalunya, el PP tiene uno y C's, ninguno.

No solo hay lazos amarillos en farolas y fachadas municipales. Los hay en las torres de las iglesias, los monumentos públicos, los árboles de los jardines municipales, los guardabarreras de las autovías, las murallas de lo castillos, las ruinas de todo tipo, las laderas de los montes, los petriles de los puentes en las autopistas. Y no solo están adheridos. Infinidad de ellos están pintados en lugares innaccesibles o en el asfalto de las carreteras, en los mojones viarios, en los muros de contención. Toda Catalunya está llena de lazos y esteladas. Mucha gente los lleva en las solapas, en los gorros, en los bolsos. Y no solo lazos, todo tipo de prendas van de un descarado amarillo.

El amarillo es el símbolo del apoyo de un pueblo a sus dirigentes democráticas encarceladas, exiliados, represaliadas de mil maneras. Y todos, dirigentes y dirigidos que, a su vez, se sienten y se saben dirigentes, en procura de un objetivo legítimo que, en consecuencia, de no ser legal, debiera serlo.

La pretensión de la JEC, animada por las denuncias del florido pensil, es absurda, es una chinchorrería con ganas de eso, de chinchorrear y, de paso, alimentar el rechazo social a su permanente injerencia. La experiencia lo prueba: cuando el poder prohíbe o persigue arbitrariamente una causa, esta se fortalece y engrandece. Lo que obliga a prohibir más: después de los lazos amarillos, las esteladas y luego impondrán un vocabulario orwelliano de uso obligado en los medios públicos catalanes. O intentarán hacerlo. Por fortuna, los objetos de estos desmanes tienen un espejo en que mirarse. 

Si han de venir por los lazos amarillos, que vengan también por las esteladas y por los medios de comunicación y por las redes y los periódicos digitales. Y arbitren medios represivos en abundancia, ensanchen el horizonte penitenciario, encadenen procesos, generen una situación de excepción que no podrán imponer a la vista de Europa y que únicamente acelerará el desenlace que quieren evitar.

Venid por ellos.