Todo el mundo recuerda la sapientísima máxima del 68: prohibido prohibir. Sapientísima porque el prohibir es un vicio mortal, una droga adictiva sin piedad que acaba destruyéndolo todo. Por eso conviene prohibirlo. Se empieza prohibiendo la exhibición de lazos amarillos. Los sustituyen unos blancos con trazo rojo que, en realidad, son amarillos, y los centinelas de C's salen raudos a instar nueva acción prohibitiva de la JEC. Alguien, es de suponer, mediará diciendo que, para no seguir haciendo el ridículo, hay que prohibir todos los lazos, sean del color y hechura que sean porque ya todos son lazos amarillos, gracias, precisamente, a su prohibición.
Parece más astuto prohibir todos los lazos. Pero estos serán sustituidos por claveles o por fotos de castellers. Cualquier símbolo en las fachadas de los ayuntamientos catalanes se verá como un lazo amarillo, aunque sea un sombrero; o una pipa magritteana. Lazos amarillos. Así que, a la enésima denuncia de C's, a quienes habría que llamar los I's, de incansables, la JEC hará bien en prohibir cualquier símbolo en las fachadas municipales, sea de lo que sea. Hay que ahorrar tiempo y recursos públicos.
Y aún así. Imaginen que todos los ayuntamientos deciden instalar un reloj en la fachada a fin de informar a los vecinos de la hora. Puede considerarse, porque lo es, un símbolo metafísico; pero no lo es político. Y, sin embargo, lo es. Todos verán en los relojes lazos amarillos. La estupidez de la primera prohibición, crecida como bola de nieve, acabará prohibiendo las fachadas.
¿Se puede gobernar un país moderno cuando el gobierno central prohíbe sistemáticamente todos los actos del gobierno autonómico, nacional y republicano para los indepes? La pregunta es retórica: claro que se puede si se llama gobernar a pasarse la vida cortocircuitando el autogobierno catalán. En definitiva, los socialistas están en la situación en que se encontraron al PP en relación con Catalunya y prometieron arreglar.
Para dejarla en esto, en el gobierno amenazando con consecuencias penales por los actos políticos. Un lazo amarillo es un símbolo político, no un delito; y no puede tener consecuencias penales. Y no las tiene porque si, a resultas de la trifulca de los lazos, se procesa a alguien, por ejemplo a Torra, será una vez más un proceso político e ideológico. Y, dado que en el independentismo abundan las gentes con el espíritu de Torra, la deriva autoritaria, dictatorial, de España se acelerará.
Al final, tendrán que prohibirlo todo: los lazos amarillos, el independentismo, la lengua catalana, la educación catalana, Catalunya. No será la primera vez.
Pero sí la primera en que no lo conseguirán.