El meu article d'ahir a elMón.cat, El tigre de paper espanyol.
Me gusta la metáfora, antigua comparación china, adoptada por Mao Tse-tung para referirse a todos, a los reaccionarios y a los EEUU. En 1946, en efecto, los gringos eran una amenaza para la China, habiendo aplastado unos meses antes al Japón con la bomba atómica. Así que, si los EEUU con su bomba atómica eran tigre de papel para la China, España, sin bombas, lo es para Catalunya. Mao demostraba su afirmación sosteniendo que las guerras las ganan los pueblos; no las bombas. La voluntad del pueblo prevalece.
Ayer, Salvador Cardús publicaba el siguiente atinado tuit: "la gent del tribunal, Fiscalia i Advocacia (la del Estat, suposo), no poden entendre que (gairebé) tot el país estava disposat a col.laborar amb el 1-O. A pagar el referèndum, o a deixar de cobrar. Cosa que és el que s'evidencia al judici". O sea, el pueblo. Y no, los juzgadores no lo entienden. No saben qué es un pueblo de ciudadanos libres, críticos, movilizados con un doble objetivo común: liberar a los presos políticos y alcanzar la independencia.
El desconcierto provocado por la candidatura de Puigdemont a las europeas que, probablemente, tendrá un apoyo masivo, no ayudará a los jueces ni a los gobernantes españoles a entender lo que está pasando: toda Europa ve que España es un tigre de papel.
Aquí el texto en castellano.
El tigre español de papel
Todos los caminos conducen a la independencia. Pero unos son más largos que otros, o más escarpados, o más peligrosos. No es lo mismo llegar paseando por dulces prados, que vadeando ríos crecidos. No es igual caminar seguro, sin miedo a sorpresas, que ir mirando si te saldrán bandidos más o menos uniformados al paso. Tampoco lo es ir del brazo con aliados y amigos, que con gente que te abandonará a la primera dificultad.
Iñaki Anasagasti, que es hombre de palabra y memoria, ha recordado cómo, cuando los vascos negociaban con Madrid, los españoles siempre les decían que con ellos no había problema, pues no son muy grandes, pero que Catalunya es otra cosa: más grande, con un peso considerable en la economía y demografía de España, un pueblo, una verdadera nación.
Eso ya no lo discuten ni los zombies del hispánico imperio que vuelven por la querencia fascista, al estilo de VOX, la disfrazan de angloliberalismo al de C's o siguen fieles a la roña imperial y la cabra de la legión, como el PP. Los tres picos de este tricornio de charol asesino se suman a los serviles chambelanes reales del PSOE, horrorizados de que la inevitable República catalana ponga al descubierto la basura de una monarquía indigna, edificada sobre un millon de muertos y cuarenta años de tiranía de unos militares delincuentes.
Y hasta la seudoizquierda española, IU, y su hermano menor, Podemos, enmudecen y hacen la vista gorda cuando la continuada injusticia del Estado/nación español con Catalunya salta a la calle, con la manifa del próximo día 16 de marzo en Madrid. Queda ya claro que los famosos "republicanos" españoles tan felices de besar el suelo que pisan los Borbones, incluyen a todos los políticos españoles con más de veinte seguidores: PSOE, PP, C's, VOX, Podemos e IU. Todos ellos se quedarán en casa el próximo 16 de marzo, especialmente los "izquierdistas" porque, si se les ocurre mostrar alguna simpatía, luego no los votarán. Quizá alguno salga con la cuadrilla por ver si pueden practicar el "¡a por ellos!" con los catalanes que se separen del grueso de la manifa.
Justo es reconocer que habrá incorporaciones de muchas organizaciones izquierdistas españolas de buena voluntad que defienden el derecho de autodeterminación de los catalanes. Y así se hace. Es una satisfacción comprobar que no todo está corrompido en el corrupto régimen español. Pero es una satisfacción moderada a la vista de la escasa magnitud de la solidaridad. Muy buena gente, movida por nobles sentimientos, pero muy poca.
Y eso es determinante para entender las relaciones reales entre la izquierda catalana y la española. No perdemos nada ninguno reconociendo los hechos en su auténtica dimensión: la República catalana independiente es un hecho; ha sido proclamada, tiene mayoría y, si no alcanza la perfección jurídico-política, es porque un acto permanente de abuso de fuerza, de injusticia y tiranía de la mayoría española lo impide. La República y la independencia de Catalunya no dependen de la solidaridad de los republicanos españoles, sino que ha sido y será obra de los catalanes solos.
Es al revés: la existencia de una hipotética y muy deseable República española sí depende decisivamente de que los catalanes tengamos la nuestra. Carece, pues de sentido, que algunos independentistas catalanes sostengan que, para alcanzar la libertad y la independencia catalanas sea necesario "ensanchar" la base en Catalunya (incluyendo a quienes no quieren la independencia) o sellar alianzas con unas imaginarias izquierdas españolas que no solamente no los acompañarán hasta el final sino que, como está viéndose, los apuñalarán en la primera vuelta del camino.
El día 16 en Madrid, si los españoles miran por la ventana a la calle en vez de la televisión que les come el tarro, verán que la república catalana es inevitable. No la pararán ni el ejército (hoy trasto inútil), ni los tribunales (corros de monaguillos del poder), ni los medios a sueldo de la oligarquía. Solo puede frenarla (no impedirla) el síndrome de Estocolmo de algún sector independentista de glorioso pasado y penoso presente, incapaz de ver que el tigre español es de papel.