Aquí mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado "Mirando a Europa".
Europa es un espejo, un sencillo espejo plano y limpio que devuelve una imagen verídica de quien a él se asoma. No un reflejo deformado como los espejos curvos, sino uno virtual, que reproduce la realidad con exactitud y simetría. Tampoco responde a preguntas sobre el futuro o las maquinaciones ocultas del enemigo, como los espejos mágicos. Simplemente refleja lo que ante él aparece de modo fidedigno.
Así que los últimos movimientos del independentismo orientados a forjar candidatura para las próximas elecciones al Parlamento Europeo, al presentarse ante el espejo Europa (de cuya ayuda dice estar necesitado) le devolverá la imagen virtual de lo que es en realidad: una decisión que rompe el principio de unidad del movimiento. Tampoco es tan raro. La unidad independentista se invoca siempre pero, en sentido estricto, solo se dio una vez: en el referéndum del 9N de 2014. En el resto de consultas, las listas han sido separadas. No obstante, la unidad se ha mantenido siempre después de cada elección. Aquí no tiene por qué ser menos.
Y, en todo caso si, quienes hacen una lista independentista excluyendo a otros independentistas conservarán o no la unidad de acción posterior, es algo que solo depende de ellos y del juicio que les merezca la imagen que ven el espejo.
Aquí la versión castellana.
Mirando a Europa
Dos noticias en un mismo día ilustran sobre alguna complejidad del independentismo catalán. La primera es un informe de la fundación Elcano sobre la opinión de los europeos acerca de Catalunya, los catalanes, las relaciones con el Estado y las previsiones de independencia. La fundación Elcano tiene prestigio, es académica, liberal/socialdemócrata y con un ramalazo de españolismo.
El informe da cuenta de una opinión europea generalmente favorable a Catalunya, los catalanes y la independencia. Lógicamente oscila según países, pero la media de la Unión es favorable y pro-independencia.
La segunda noticia, leída en un digital, es que ERC, Bildu y BNG negocian una candidatura independentista en las elecciones europeas con exclusión de Puigdemont, la Crida, el PdeCat y, cualquier persona o ente que no sea de izquierdas, según doctrina de Joan Tardà. Al parecer, se está a la espera de si la CUP decide participar y de saber si, decidiendo participar, exige la presencia del independentismo conservador o suscribe la exclusión.
A primera vista, la imagen del independentismo catalán es mejor en Europa que su realidad en casa.
La justificación de las listas catalanas separadas es la teoría general que se aduce en todas las elecciones: las listas separadas maximizan el voto independentista. La justificación para que los separados en Catalunya vayan juntas con los vascos y las gallegas es la idea de las izquierdas con las izquierdas aunque sean de otras naciones porque a ello obliga el carácter de colegio único de las europeas. Por fin, la justificación para no ir con las otras izquierdas catalanas y españolas (con las que, por lo demás, hay buena sintonía) es que se trata de izquierdas independentistas. ¿Correcto?
Correcto. La teoría general de que las listas separadas maximizan el voto independentista tiene el correlato de que, tanto da cómo sean las listas si, una vez elegidas, los/las electas coinciden en la acción de gobierno de cumplimiento del mandato del 1-O.
Con un pequeño matiz. Las elecciones europeas, como su nombre indica, son europeas; no catalanas; ni españolas. La importancia de sus resultados en términos de votos y escaños para las listas independentistas es muy moderada, por no decir inexistente. Aunque de los 54 diputados que corresponden a España la lista independentista consiguiera 10 o 15, el Parlamento Europeo tiene 750 diputados. Téngase asimismo en cuenta que los de esa lista habrán de defender tres naciones cuyo único punto en común es que quieren liberarse de España. Es un grupo a la contra.
Las elecciones europeas no sirven para nada desde el punto de vista de la eficacia por razones obvias y por eso no son extrapolables a ninguna parte. Pero tienen un gran valor simbólico. Probablemente en atención a eso haya presentado su candidatura Oriol Junqueras. Pero, por eso también, es incomprensible que se haya rechazado la oferta de Puigdemont de ir segundo en la lista. Y eso con independencia de si ha sido o no una buena idea. La resonancia del independentismo en el Parlamento europeo es mínima pero, por poca que sea, no es acertado no aprovecharla privando de un escaño al hombre que más ha hecho en el exterior por la República y es la imagen misma de esta en Europa.
Y por último, una modesta consideración: al aceptar el marco legal español (que, por supuesto adapta a España la normativa europea) formando candidaturas que trascienden las fronteras autonómicas pero no las estatales, ¿no se esta prosiguiendo la política autonómica? ¿Cómo encaja esto en la implementación del mandato del 1-O? Sin duda, la lista única independentista beneficia a vascos y gallegos, que van más rezagados en el apoyo al movimiento y ese es un factor a tener en cuenta. Pero, ¿en qué beneficia al independentismo catalán, cuyo horizonte inmediato es realizar sus propias elecciones al Parlamento Europeo?
¿Por qué no una lísta única independentista catalana a la que puedan sumarse otras formaciones independentistas sin obligarlas a tomar partido en un supuesto conflicto interno catalán?