Tardá no se muerde la lengua y origina tempestades en el hemiciclo, o tumultos, como dirían los jueces del 1-O. Pero no habla a humo de pajas. Hace unas fechas que uno de estos dos flechas azules, Casado o Rivera, Rivera o Casado, Cavera o Risado, advirtió no sé si a Puigdemont, a Torrent o a Torra o a los tres al mismo tiempo, de que podría acabar como Companys. Ya sabe el amable público: entregado por Alemania, torturado y asesinado en España por el general Franco. No es exagerada la conclusión del león de la ERC. Sobre todo porque usa el pretérito imperfecto de subjuntivo. Es un descanso. Pero no se olvide que esto es España, en donde los tiempos de los verbos tienden a confundirse.
En todo caso, el clima parlamentario es tormentoso. Uno de los dos flechas imperiales, Casado en la ocasión ha llamado "golpista" al presidente Sánchez. Sánchez le ha pedido que retire sus palabras y el otro se ha negado. Una situación que hace ciento cincuenta años se resolvía con un duelo. Ahora el grupo del PP aplaude enfervorizado a su líder y sostiene que es el mejor "desde Cánovas".
Pasando por encima de Rajoy, Aznar y el mismísimo Fraga. Y también por encima de Calvo Sotelo o Maura. No sé yo... Es verdad que el Parlamento español deja mucho que desear desde aquellos discursos de Castelar y, desde luego, de Donoso Cortés, un orador cuyo verbo era tan seductor que, cuando se pasaba su tiempo, la cámara entera le pedía que continuara.
Francamente, no veo a ningún parlamentario en esa situación. Pero no solo porque la calidad de las intervenciones sea siempre mediocre (pues a veces no lo es) sino por la actitud del auditorio, de la que mejor es no hablar.