Recién llegados a la ciudad y ya parece que hubiéramos vivido aquí toda la vida. Saludos por la calle y referencias en los medios. Hay que familiarizarse con las costumbres del lugar y las formas de trato. No es lo mismo un visitante que viene de paso que unos nuevos vecinos que se incorporan al normal discurrir de la vida: en dónde se compra el pan, cómo se lleva a los niños al colegio, qué farmacias están de guardia, hasta dónde llegan las líneas de autobuses, qué horarios tienen los museos, cómo se piden libros en la biblioteca, qué tiendas tienen mejores rebajas, cómo funcionan las oficinas administrativas, en dónde hay una comisaría de policía, qué equilibrio hay entre los tres sectores humanos de peatones, ciclistas y conductores, por dónde se sale mejor para ir a la playa, cuándo cierra correos... Una ciudad es un aprendizaje.
Con momentos de "socialización" que dicen los anglosajones. Quienes no tenemos mascotas (y no por falta de ganas, sino por avatares de la existencia), hemos de pegar la hebra con los vecinos utilizando otros medios distintos de sacar al perro a sus necesidades en el parque. Por ejemplo, reuniéndonos ocasionalmente a modo de tertulia en algún lugar. En esta ocasión, hoy, en el auditorio del Centre Cultural la Mercè, un lugar muy adecuado para hablar de las cuestiones que nos preocupan en la vida diaria tan aventurada que nos toca vivir.
Nos vemos a las 7:30 de hoy, que es como se traduce al castellano los dos quarts de vuit del vespre. Dos quarts de vuit del vespre, ¿a que parece un trozo de una receta de cocina? Dos hojas de laurel en las lentejas. Hay que tomarse las cosas con dos pizcas de humor.