Estamos de aniversarios. Lo cual es muy significativo. Desgranamos efemérides repletas de símbolos, mensajes, mandatos, experiencias. Y concentradas en este mes de octubre: 1-O, 3-O, 10-O, 27-O. Hace un par de días todo eran jeremiadas por la confusión, indecisión, abandono, hasta engaño, de aquel día nefastamente parlamentario o parlamentariamente nefasto. Hoy celebramos la marcha al exilio del gobierno de la recién proclamada República.
Y se vive como un triunfo. Habrá quien diga que hace falta mucha fe para ver en el exilio una victoria. Pero es que aquí hay, en efecto, mucha fe, que convierte en victoria la derrota de España. No será casualidad que la foto elegida para ilustrar la crónica de Gemma Aguilera recuerde tanto una parecida de hace cincuenta años, en mayo de 1968. Mensaje: es una revolución.
Gracias al exilio Catalunya se ha hecho visible al mundo como nunca antes. El exilio con el respaldo moral de las personas injustamente presas por razones políticas. El triunfo del llamado "relato" independentista es abrumador y proporcional al descrédito del Estado español. No del régimen. Del Estado. Ahí están sus iniciativas exteriores: una ridícula "Marca España", fuente de desdoro; un premio de 12.000 € al mejor artículo de prensa sobre España. Todo heredado e intensificado en el ministerio actual de Asuntos Catalanes en donde se recurre a todas las tecnologías, se difunden pwps a favor de España, argumentarioas, datos, gráficos, libros que hacen lo mismo y, además, echan una mano al principal objetivo del ministro, que es acabar con la "leyenda negra". Nadie, al parecer, le ha dicho que es imposible acabar con la leyenda negra teniendo personas encarceladas, exiliadas o embargadas por razones políticas. Imposible. Lo único que está consiguiendo es ennegrecer más aun la leyenda.
Es absurdo el empeño por legitimar con criterios democráticos acciones despóticas. La única solución razonable es la nulidad de la causa general contra el independentismo y la celebración de un referéndum pactado, legal, vinculante bajo control internacional. Un referéndum en el que unos planteen la independencia como República y el Estado plantee otra. La que quiera,