Ya sé que Tipperary está en Irlanda y no tiene nada que ver con esto. Salvo que en Irlanda se encuentra hoy el siervo de Dios, Bergoglio, apurando el cáliz de los crímenes de su iglesia. Ochenta años de abusos; veinticinco mil casos...probados. ¿Quién iba a decir a la iglesia que ella misma era el Anticristo? Esto no lo arregla ya ni Cristo.
A veces, las fotos las carga el diablo. En esta de El Confidencial debieran estar Torra y Puigdemont, pero, como la noticia es sobre mañana, es un vaticinio, han ido a buscar la imagen a días pasados y la han encontrado con Alex Salmond, cuya corpulencia se da un aire a la de Torra. A Salmond lo acusan hoy dos excolaboradoras suyas de acoso sexual. No es Irlanda, desde luego, y no es Tipperary, pero estas cosas están cambiando el mundo.
La noticia, mejor dicho, las dos noticias, no tienen nada que ver con lo anterior y estoy seguro de que la ilustración no lleva mala uva. La primera noticia es el viaje de Puigdemont a Escocia, a un foro internacional titulado Beyond Borders. Curioso que nadie haya ironizado sobre el título para uno que quiere establecer una frontera entre España y Catalunya, entendiendo que, si lo consigue, abre todas las fronteras con los demás países. Se mantiene el interés político y académico por el proceso catalán que el gobierno español, obviamente, no está en condiciones de contrarrestar por muchos premios que otorgue a plumillas favorables.
La segunda noticia, por adelantado es la reunión que, a puerta cerrada, mantendrán mañana los presidentes Puigdemont y Torra. Hace escasas fechas, algunos medios unionistas especulaban con una ruptura entre los dos por celos, negra honrilla, dimes y diretes convenientemente contrastados con vagarosas fuentes del entorno. No se hablaban, se odiaban, maniobraban uno contra otro y ello sembraba el desconcierto en las filas indepes. La reunión de mañana es la prueba incontrovertible del acierto del periodismo especulativo.
It’s a long way to Tipperary, pero ya hemos dicho adiós a Piccadilly. El retorno de vacaciones (quien las haya tenido) promete ser agitado. Es lo que llaman los avisados un "otoño caliente". Los dos presidentes hablarán de las próximas fechas, Diada y 1-O, que los unionistas contemplan espantados como el aproximarse de Armageddon, la batalla del fin de los tiempos. También hablarán del proceso político-judicial del 1-O y, desde luego, de elecciones. Ante todo, las municipales de 2019, pero también, si acaso, autonómicas anticipadas/nacionales.
Frente a este despliegue de activismo independentista en el interior y el exterior, los unionistas no tienen nada que ofrecer salvo provocar un estallido de violencia en Catalunya que justifique alguna forma de ley marcial.
Y no lo consiguen.