diumenge, 24 de juny del 2018

46 - 1

¿A que se entiende el título? 

La flamante nueva directora de El País, Soledad Gallego-Díaz, en compañía de Carlos E. Cué, ha entrevistado al no menos flamante presidente, Pedro Sánchez. Casi una ceremonia iniciática para ambas. El antaño vilipendiado Sánchez ritorna vincitore y la casa lo acoge previa limpieza interna de gérmenes del pasado. Quizá una nueva época dorada para el gobierno y el diario. Suerte a los dos.

La entrevista arranca con pistoletazo de salida catalán. ¡Ah! Catalunya triomfant! ¿Qué quieren ustedes? Catalunya manda. Rajoy no cayó por corrupto, incompetente o reaccionario, aunque debiera. Cayó por los indepes catalanes. Y Sánchez está en donde está por la misma razón. Lógico que se arranque hablando de lo que más le importa (aunque lo disimule) y que lo haga con este repentino ánimo conciliador, tranquilizante con la repentina voluntad de entendimiento político que ha invadido al nacionalismo español. Sánchez está dispuesto a hablar de todo. Sin olvidar que ese "todo" excluye el procés. Nada de referéndum ni autodeterminación. Pero, de todo lo demás puede hablarse. 

¿Un avance frente al cierre de M. Rajoy? Ni avance ni retroceso. Punto igualmente muerto. Ese todo son las cuarenta y seis propuestas presentadas por Puigdemont a Rajoy en febrero de 2017 . Rajoy excluía una, la del referéndum. Igual que Sánchez. 45 propuestas negociables. Una, no. A continuación, Sánchez desgrana una serie de intenciones, juicios, propósitos y hasta profecías  con distintas formas de contacto con la realidad.

Propugna fórmulas que debe de considerar audaces y prometedoras como reunir la Comisión Bilateral Generalitat-Estado, un órgano estatutario en un marco autonómico que la Generalitat rechaza expresamente. Revisar financiación, infraestructuras, etc.,los 45 puntos de Puigdemont con el vagaroso añadido de un cambio a medio plazo de lo que llama el pacto constitucional porque ya ni de reforma de la Constitución osa hablar. 

El soufflé se desinfla solo con el vaticinio del presidente de que el "problema" catalán no se resolverá en un año, ni en dos, ni en cinco. Habla hasta de un decenio. Qué entiende Sánchez por "resolver" no necesita aclaración. Que no sepa cuándo lo conseguirá, incluso si lo conseguirá en su mandato, demuestra su fracaso como político, su carencia de proyecto.

Los tiempos del nacionalismo español no son los del independentismo. Tampoco los del nacionalismo español de más izquierda que el PSOE, UP. La propuesta de celebrar un referéndum pactado con el Estado fija su realización en el próximo milenio. 

El tiempo independentista, es muy distinto. El republicanismo plantea un reto aquí y ahora a la jefatura del Estado que es un reto de un órgano del Estado (la Generalitat) al propio Estado y en su forma simbólica más importante. Si el gobierno acepta esta situación, por mor de la "tregua" de Iceta, resultará que el Jefe del Estado solo podrá pisar territorio catalán como ciudadano privado. 

La normalidad que el gobierno aspira a establecer (y que se nota en la entrevista pues el periódico llama "políticos presos" a los "presos políticos") es imposible mientras haya rehenes políticos del Estado en la cárcel y en el exilio. Sánchez no sabe con exactitud qué va a decir a Torra el próximo día 9. Torra sí sabe lo que dirá a Sánchez. La distancia es abismal. Sánchez cree impensable que la Generalitat no acuda al Consejo de Política Fiscal. Torra cree impensable lo contrario.

Hay de hecho una situación de poder dual que el gobierno se obstina en ignorar para no verse obligado a reprimir. Su insistencia en "desjudicializar" el problema y tratarlo políticamente traduce su miedo a verse obligado a seguir los pasos de M. Rajoy, enviando al nuevo govern a la cárcel. Aquí ya no le valdría ni el argumento del maltratador, que empleó con el 155. 

La dualidad de poderes corresponde a la existencia de dos países distintos. Un ejemplo: ayer se celebró en Vallecas un referéndum sobre monarquía o República, a imitación del primero que se hizo en Catalunya sobre independencia sí o no en Arenys de Munt, en 2009. Mientras que en este pueblo hubo una participación de un 41%, con un 94% (más o menos) de síes, en Vallecas ha habido una participación del 4,8% con un 4,3% a favor de la República, equivalente a un 90% del voto depositado. Hay dos puntos en esta consulta dignos de resaltarse: uno es que no ha gozado, que yo sepa, de apoyo de los partidos de izquierda; el otro que cabe esperar una difusión de la idea y quizá otros referéndums en otros municipios; pero es una débil esperanza.  

Catalunya es republicana; España, no.