Guardo un recuerdo imborrable de La Palma de Cervelló. Estuve allí con mi familia el 1º de octubre. Pasamos la noche en un polideportivo para mantenerlo abierto y, por la mañana, nos quedamos a defender las urnas. Estaba casi todo el pueblo, pacífica, alegremente, esperando a la policía y la hora de abrir los colegios electorales. Llegaron unos mossos que levantaron acta de que el colegio estaba abierto y no podían entrar porque los vecinos y allegados como nosotros, ocupábamos la puerta. Se retiraron unos veinte o treinta metros y allí se quedaron civilizadamente por si era necesaria su intervención; que no lo fue porque la ciudadanía votó tranquilamente.
En otros lugares no tuvieron tanta suerte y sufrieron unas cargas abominables de una fuerza bruta disparatada, mandada por auténticos psicópatas llenos de odio. Puertas destrozadas; gentes apaleadas sin miramientos; abuelas ensangrentadas; jóvenes arrastradas por los suelos. Los ingredientes con los que un gobierno de delincuentes franquistas escribió el relato de su propia ignominia y se descubrió como lo que era, puro fascismo, a ojos del mundo entero.
Ahora llevan seis meses tratando de sepultar su barbarie por todos los medios: negándola, echando la culpa a los manifestantes, premiando a los aporreadores, subiéndoles el sueldo, haciendo todo tipo de trampas judiciales con jueces que en cualquier país del mundo serían tratados como delincuentes por sus prácticas procesales. Empujando a sus esbirros en la prensa para que mientan y mientan y mientan y llamen "violencia" a la no violencia y malversación al uso escrupuloso de los fondos públicos. Gobernantes ladrones, jueces prevaricadores, periodistas embusteros, políticos fulleros. Y es inútil. Las imágenes están ahí; los relatos, también y, aunque en esto de ocultar el 1º de octubre y la cuestión catalana en su conjunto, el gobierno cuenta con toda la oposición, Podemos incluido, el mundo ha visto la verdad y esto ya no lo para nadie.
Fue una noche muy larga y guardamos todos muchos recuerdos. Así que estoy agradadecidísimo y me siento muy honrado de que la assemblea.cat de La Palma me invite a presentar mi último libro, España quedó atrás que, en buena medida, empezó a escribirse allí, sentado en mitad de la calle, mientras se abría el colegio electoral. No me lo invento. La foto de la derecha es la de la calle que da acceso al polideportivo.
Y, como la realidad se mueve sin parar, la presentación de mañana irá seguida de una cena solidaria con los/as presos/as politicas. Sí, esos/as que están injustamente en donde debieran estar quienes los han enviado allí.
Porque la lucha continúa.