dissabte, 17 de febrer del 2018

No son las palabras, sino quién las pronuncia

"Portavoza" contra "pacienta". Ya debiera estar armada con el foro retumbando de bromas de tuiteros chispeantes, eruditos a la violeta y maestros ciruelos de avinagradas gramáticas. ¿No? No, razona el articulista porque el que dice "pacienta" es del PP y contra el PP los medios no cargan, aunque rebuzne.

Por supuesto, hombre. Los ataques son siempre ad hominem, en este caso, ad mulierem. Se ataca lo que se dice por cómo se dice. Vano empeño. Montero (otro día hablamos de la "emboscadura patriarcal" de los apellidos, que tiene tela), Montero, digo, hubo de sufrir todo tipo de chanzas mientras entraba en el hall de la fama del machismo más retrógrado, junto a Aído y Romero. (Aída y Romera, ¿por qué no?).

Entre tanto, si no yerro, hace unos años, en muestra de agudo ingenio, Aguirre feminizaba el anglicismo "leader" convertido en "líder" por la RAE como "lideresa" y, con ello, también se colocaba fuera del sacrosanto diccionario que recomienda llamar "líder" a la "lideresa" aguirriana. Escasas bromas, sin embargo. Porque era Aguirre.  Podría decirse que es una audacia parecida pero inversa a la de las mujeres poetas que se niegan a abandonar el término a los poetas y a conformarse con el de "poetisas". 

Pero no es así. El "líder" es españolización del "leader" del inglés, idioma en el que no existen géneros; por tanto, su feminización es un absurdo, una patada al espíritu de la lengua inglesa. No se trata de audacia, sino de ignorancia. Claro, ya se sabe que la ignorancia es siempre audaz.