Traigo aquí la entrevista que me hizo Rosa Peroy con motivo de la xerrada que tuvo lugar el lunes pasado en el Teatro Principal de Lleida en donde conseguimos llenar el aforo de 800 personas. Así son las cosas. Cuando uno ve cómo la ilusión de independencia, el conjunto del procés suscita tanta atención, comprende uno la inutilidad del esfuerzo represivo de la oligarquía española y el bloque del 155. Cualquier acto que se convoque, sea conferencia, manifestación, declaración, vigilia, movilización, homenaje, lo que sea, en reivindicación unitaria de la independencia, tiene garantizada una asistencia en masa de la gente. Porque esta gente no es comparsa ni espectadora pasiva, sino muy activa de un proceso en el que está directamente implicada como pueblo porque sabe que, en el fondo, es ella quien lo dirige.
El espectáculo es tan clásico, tan obvio, tan conocido y su desarrollo tan previsible que uno se pregunta cómo es que estos gobernantes y el conjunto de la clase política española no lo ve. Pregunta con veloz respuesta: no lo ve porque, en su ciega soberbia española, no lee, no mira, no se entera, no quiere enterarse de que esto no es una actividad delictiva de un grupo de malandrines, sino un movimiento popular (y popular de verdad, no como el partido del gobierno que de "popular"solo tiene el nombre del banco que lo apoya), extendido por todo el territorio, encastrado en todas las actividades civiles de la sociedad, compartido como un sentimiento común. La imagen es de parodia: un pueblo unido, pacífico, cívicamente movilizado, articulado con unas autoridades imaginativas, con flexibilidad e iniciativa frente a otras que son como muñecos de cartón: políticos ladrones, monarcas cursis pero venenosos, curas trabucaires, obispos repipis, jueces avinagrados y prevaricadores, policías brutales, funcionarios corruptos, opositores sumisos, periodistas lacayos, tertulianos mordedores, presentadoras plagiarias, bandas callejeras de fascistas rebuznantes, izquierdistas de chicha y nabo a quienes Cataluña produce urticaria. Todos ellos armados con leyes y contraleyes que hacen en sus covachuelas de franquistas de guardia para tratar de detener un movimiento popular, abierto, espontáneo, libre.
No podrán.