Algo y alguien. En este caso, Rajoy, tan aficionado a la quietud ignaciana, tendrá que hacer algo. Por mucho que le moleste salir del puro y El Marca. Los de su partido, siempre propensos a meter la pata, azuzan a los de C's a que tomen la iniciativa de formar gobierno. Esto, aparte de una rabieta de patio de colegio, es una tontería porque ni C's ni nadie puede proponerse a nada en tanto no esté constituido el Parlament.
Una vez constituido este, la presidenta abrirá consultas con los grupos. Y entonces, sí, ya puede Albiol retar a Arrimadas o a quien quiera. Hasta a sí mismo. No tiene muchos diputados pero sí mucha voz. No obstante, hay un detalle: el Parlamento tiene que estar debidamente constituido, habiendo tomado posesión de sus actas todos los diputados. Faltan ocho, cinco en el exilio y tres en prisión. Sin ellos la cámara no puede constituirse. Cosa además imposible porque, al parecer en España rige la doctrina del ministro Zoido según el cual un preso no es político aunque tenga restringidos sus derechos políticos. El primero de todos, el derecho de sufragio pasivo. Es fabuloso.
La solución solo podría ser que las respectivas listas corrieran los ocho puestos de los electos privados del sufragio pasivo, lo cual sería allanar voluntad del electorado y la soberanía del Parlament o suspender, si no anular, las causas judiciales, lo cual sería allanar la independencia de la justicia.
En estas circunstancias, Rajoy, preferirá el anonimato ese que los suyos quieren suprimir en las redes. Aludirá a la división de poderes y la independencia del judicial y el sistema actuará por su cuenta que suele ser la de Antequera. La situación se hará insostenible y la autoridad central echará mano de la garrota del 155 con el beneplácito del PSOE. Los medios seguirán intervenidos, los presos en la cárcel, las libertades públicas restringidas de mil maneras.
Son lógicas propuestas como la de Turull, la investidura telemática de Puigdemont. Lógicas y realizables en tiempos de TIC. Prácticamente todos los actos presenciales son hoy virtualizables con grandes ahorros de dineros, tiempo y paciencia. Pero tiene el inconveniente anterior: se requiere una reforma del reglamento del Parlament, según el propio Turull. Para esa reforma el Parlamento ha de estar previamente constituido y no creo que pueda hacerlo la diputación permanente que, además, tampoco estará constituida. En este mismo espíritu, también podría aceptarse que los diputados ausentes tomen posesión por videoconferencia, pero igualmente habría que reformar el reglamento.
En realidad, todas son maniobras diversionistas, algunas tan exóticas como la de Tabarnia, para bloquear el cumplimiento del mandato surgido de las elecciones del 21D, en las que el pueblo catalán eligió las personas que eligió; no otras. Si se convocaron elecciones fue para buscar una solución política (no judicial) a un conflicto. Habiéndose pronunciado el electorado por una solución, solo queda implementarla.
Lo que significa retirar el 155 y clausurar las actividades represivas policiales y judiciales.
Porque algo hay que hacer.