Las elecciones del 21D serán, según se den los resultados, la batalla final o un paso más en el trabajoso y secular empeño de la nación catalana por configurarse como Estado independiente. Todo apunta a que será lo primero. El independentismo votará en masa -tanto si es a lista única o a varias- y conseguirá una victoria considerable. Aunque la dictadura española del 155 haya impuesto unas elecciones autonómicas, en realidad, la consulta equivale al referéndum que el Estado se negó siempre a hacer y, al final, por la estupidez cerril de sus gobernantes, se ha visto obligado a organizar y garantizar ni queriendo. La partición del voto es nítida: independentismo (Puigdemont/PDeCat, ERC y CUP), Unionismo (PP, PSOE y C's) con los Comunes en medio y los de Albano Dante también, aunque más escorados al independentismo. La esperanza de los españolistas es que el resultado sea un empate y que los Comunes puedan decidir. Pero es una esperanza vana. Lo más probable es una mayoría independentista holgada (quizá absoluta en votos) que, con el apoyo de los de Dante Fachín y algunos Comunes (o todos) consolidarán la República Catalana que nació en las calles el 1 de octubre y se consagró el 20 en el Parlamento.
Aquí mi artículo de elMón.cat. titulado "los últimos coletazos", en el que se pasa revista a la batería de medios que el nacionalismo español ha puesto en pie de guerra para ahogar el independentismo catalán: la UE, el Rey, la policía y la guardia civil, los tribunales de "justicia", los medios de comunicación, los partidos de la oposición (todos), el propio gobierno y su jefe, el de los sobresueldos. Para nada, porque ni conseguirá tapar la corrupción ni impedirá una solución independentista para Cataluña. Aquí, su versión castellana:
Los últimos coletazos.
No pudiendo valerse del ejército,
como siempre ha hecho, el nacionalismo español ha decidido emplear todos sus
demás recursos en contra de Cataluña. Todos y en toda su potencia porque intuye
que esta última confrontación es decisiva. Si el 21D gana de nuevo el
independentismo y lo hace holgadamente, España habrá entrado en la historia
como recuerdo.
El gobierno ha forzado la
intervención de la UE a su favor según sus corruptas costumbres, sobornando
indirectamente a sus mandatarios con premios “Princesa de Asturias, doctorados
Honoris Causa en sumisas Universidades y gestos similares. Y aún así, solo ha
conseguido titubeantes apoyos y el incondicional del desacreditado Juncker
Ha sacado al Rey en dos ocasiones
con gesto torvo y verbo amenazador. No les ha importado profundizar en el
desprestigio de la Corona ligándola a un argumento de parte, de imposición y
falta de diálogo, gracias al enésimo Borbón que, como todos, es incapaz de distinguir
entre reinar y apoyar una dictadura o apoyarse en ella.
Del empleo que ha hecho de la
policía y la guardia civil (un cuerpo militar) innecesario decir nada. Tienen
Cataluña bajo ocupación de las fuerzas de represión y están dispuestos a
emplearlas sin límite, como ya demostraron con la barbarie del 1 de octubre.
Han convertido la justicia y los
tribunales en un frente judicial beligerante que se ha plegado a procedimientos
de persecución no solamente ideológicos e inquisitoriales sino inmorales. Esa
actividad judicial, orientada por un grupo de pedantes de extrema derecha a las
órdenes de la vicepresidenta del gobierno, lleva su odio al catalanismo al
extremo de querer arruinar a las personas acusadas mediante medidas
confiscatorias propias de regímenes tiránicos. Y eso por parte de un gobierno
cuyo partido se ha financiado ilegalmente y sus jefes (Rajoy y la tal
vicepresidenta) se han beneficiado personalmente de ello.
Los medios de comunicación
audiovisuales e impresos están todos al servicio del gobierno central, en un
alarde de manipulación, censura y ocultación de la realidad, gracias a la
financiación pública (publicidad institucional) administrada con criterios
partidistas. No son medios de comunicación, sino centros de propaganda del
partido del gobierno para mentir y criminalizar el catalanismo. La población
solo puede informarse a través de algunos medios digitales y las redes
sociales.
Tienen a todos los partidos
políticos del arco parlamentario, excepción hecha de los nacionalistas
“periféricos”, a su servicio. Todos dispuestos a dar una pátina de legalidad a
la arbitrariedad y la tiranía de un gobierno que rige el país –no solo
Cataluña- al margen y en contra de la Constitución que dice defender, por la
vía de la dictadura “constitucional” del art. 155. El apoyo del PP y de C’s
viene de forma natural de su condición de extrema derecha; el del PSOE, de sus
condición de derecha socialdemócrata, con el empujón de una exigencia del Rey a
la que Sánchez se ha sometido; la de Podemos, de su propia incompetencia.
El gobierno mismo se emplea a
fondo en la política de intimidación, abuso y arbitrariedad en Cataluña,
desmantelando sus instituciones de autogobierno, ahogándolas económicamente,
sometiendo a persecución judicial a cientos de cargos públicos y amparando y
tolerando la actividad de bandas fascistas/franquistas (en las cuales aparecen
agentes policiales de paisano) para sembrar la inseguridad y el miedo en las
calles catalanas. Su presidente, el hombre de los sobresueldos, el responsable
político (y quizá penal) de la mafia de la Gürtel se permite amenazar al
conjunto del independentismo y a la mayoría de la población catalana. Y también
insultar a la población del Estado, al afirmar que los políticos que mienten
debieran ser inhabilitados siendo así que él no ha hecho otra cosa que mentir
desde que está en política y también, supuestamente, de delinquir ya en el
gobierno.
El presidente de los sobresueldos
dice no tener un “Plan B” para el caso de perder las elecciones del 21D, cosa
muy probable pues no parece que la caja B, que sí tiene, le llegue para
derrotar limpiamente al independentismo. Aspira a que le dé para hacerlo
suciamente (recurriendo al pucherazo en el recuento de votos).pero no está
seguro y por eso vuelve a mentir diciendo que no tiene plan B. Claro que lo
tiene: aplicación indefinida de la dictadura del 155 hasta que el bloque
españolista gane las elecciones, si la UE le deja.
Frente a todo esto, el
independentismo ha dado un paso de gigante con la internacionalización del
conflicto y ha ganado la batalla de la imagen moral y la legitimidad con el
exilio de medio govern y la prisión del otro medio, después de que el pueblo de
Cataluña ofreciera un ejemplo único de civismo y dignidad el pasado 1 de
octubre. Sería imperdonable, incomprensible, literalmente canallesco, que todo
esto se perdiera por enfrentamientos internos, ambiciones y rencillas
personales en el bloque independentista.
Lo sabemos todas. Al margen de
las cuestiones tácticas de las listas, más o menos comprensibles, el objetivo
estratégico solo puede ser uno y concitar la unidad sin fisuras del bloque
independentista, incluso durante la campaña electoral impuesta por el
nacionalismo español. La libertad de los presos políticos y la libertad de
Cataluña, que son lo mismo, solo puede alcanzarse si los partidos
independentistas hablan con una sola voz, como hizo el pueblo al que
representan el 1/10, auténtica fecha de nacimiento de la República Catalana.