Hace unos días, el diario oficial del régimen de la Gürtel publicaba un editorial titulado Franco ha muerto. en el que repetía los habituales argumentos de los franquistas y fascistas patrios cuando quieren responder a las recurrentes críticas que los demócratas hacemos al carácter franquista, aparte de ladrón, claro es, de los actuales gobernantes. Toda esta patulea viene a decir que los demócratas vivimos en el pasado, que no nos enteramos, que somos unos maniáticos que, caramba, pasemos página porque Franco ha muerto. Es lo que repite el pisaverde ese que tienen de portavoz en el PP.
Franco ha muerto. El pisaverde seguramente cree decir algo incontrovertible. Los de El País, no. Esos saben que mienten y que lo hacen por dinero al servicio del amo pepero. Con la fórmula no pretenden hacer un enunciado obvio. No son tan tontos como Casado. Quieren ir más allá, quieren decir, insinuar, dar por sentado, sugerir, que el franquismo ha muerto. Los pagan por eso, por vender esta basura como una certidumbre. Por ello tienen a sueldo en sus páginas unas docenas de supuestos intelectuales, escritores, políticos y académicos que llevan cuarenta años vendiendo ideología como si fuera ciencia.
Y no, no es verdad. El franquismo no solamente no ha muerto, sino que ha ganado la batalla a quienes algún día pensaron que bastaría dar una pátina de procedimientos formales para disfrazar la dictadura más asesina, estúpida y longeva de Europa en un Estado democrático de derecho así, porque sí. Que los fascistas de toda la vida, los herederos de los ganadores de la Guerra civil, los Rajoys, Santamarías, Aznares, Ratos y otros se iban a convertir en democratas por arte de birlibirloque y España sería un Estado de derecho homologable a las demás democracias europeas. Esta mentira pasa por ser la verdad historiográfica moderna: España ya no es el país atrasado, subdesarrollado, inculto, autoritario, supersticioso, comido por los curas y militares, sino una democracia dinámica y abierta, flexible, inclusiva, tolerante. Esta es la mentira ideológica que llevan cuarenta años vendiendo los historiadores y otros literatos del régimen. Lo dice muy bien el subtítulo del mencionado editorial: Ningún ataque de retórica guerracivilista justifica atribuir a España comportamientos fascistas.
O sea, las bandas de fascistas por las calles -muchos de ellos policías y guardias civiles de paisano que también violan mujeres, como en Paamplona- la bestial corrupción de la banda de ladrones a la que llaman partido, la absoluta falta de ética de un presidente cobrador de sobresueldos ilegales y amigo de cuanto ladrón y sinvergüenza campa por sus respetos, la Guerra sucia, el nacionalcatolicismo de los psicópatas que emplean los fondos públicos en condecorar vírgenes, la bestialidad de la policía machacando gente pacífica, el expolio de los fondos públicos, el robo a los pensionistas, el decreto de plenos poderes del artículo 155 con el que el Sobresueldos y sus cómplices gobiernan en dictadura y envían a prisión o al exilio a sus enemigos politicos, no es fascismo. Debe de ser la democracia de la postverdad.
Claro que el franquismo no solo no ha muerto, sino que está más vivo que nunca y si Franco ha muerto, será como Drácula, para salir por la noche a chupar la sangre de sus víctimas o para robarles las fortunas, como hacen los granujas que no pagan impuestos, se autoamnistían para seguir sin pagarlos, se autoindultan cuando los pillan y llevan los caudales robados a los paraísos fiscales.
O sea, las bandas de fascistas por las calles -muchos de ellos policías y guardias civiles de paisano que también violan mujeres, como en Paamplona- la bestial corrupción de la banda de ladrones a la que llaman partido, la absoluta falta de ética de un presidente cobrador de sobresueldos ilegales y amigo de cuanto ladrón y sinvergüenza campa por sus respetos, la Guerra sucia, el nacionalcatolicismo de los psicópatas que emplean los fondos públicos en condecorar vírgenes, la bestialidad de la policía machacando gente pacífica, el expolio de los fondos públicos, el robo a los pensionistas, el decreto de plenos poderes del artículo 155 con el que el Sobresueldos y sus cómplices gobiernan en dictadura y envían a prisión o al exilio a sus enemigos politicos, no es fascismo. Debe de ser la democracia de la postverdad.
Claro que el franquismo no solo no ha muerto, sino que está más vivo que nunca y si Franco ha muerto, será como Drácula, para salir por la noche a chupar la sangre de sus víctimas o para robarles las fortunas, como hacen los granujas que no pagan impuestos, se autoamnistían para seguir sin pagarlos, se autoindultan cuando los pillan y llevan los caudales robados a los paraísos fiscales.
Franco se ha convertido en Fráncula y sigue haciendo lo que siempre han hecho los franquistas: perseguir a la gente, encarcelar demócratas, llegado el caso, asesinar a sus adversarios y robarles todo lo que puedan para repartírselo con la Iglesia católica.
España sigue siendo un Estado franquista. Entre otras cosas, está gobernando por un mangante, un Sobresueldos cuya única obra escrita son un par de artículos en contra de la igualdad y a favor de Franco y un libro redactado por algún "negro" analfabeto, y que preside un partido fundado por un ministro de Franco.