Barcelona está viviendo una revolución alegre, feliz, que se ve triunfante. Hay muchos chavales y mucha gente por las calles, grupos con esteladas como capas; esteladas y cuatribarradas y hasta bicolores en festiva compañía. Las que votarán "sí" y las que votarán "no"; porque son quienes quieren votar. Esa división y fractura que dicen que hay no es entre el "sí" y el "no". De ser, de darse (pues no es visible) será entre quienes quieren votar (más de un 75%) y quienes no quieren votar, en porcentaje imposible de averiguar porque a él se añade el de los abstencionistas, que no es que no quieran votar, sino que no votan nunca. No hay fractura de la sociedad catalana. Es falso. Pegadas de carteles por doquier. Todo lo reglamentariamente permitido está encartelado. La ANC y Ómnium tienen al personal movilizado, incluidos las voluntarias sin adscripción. 24 horas después de la votación lo habrán recogido todo. La propaganda es a favor del referéndum; no la hay en contra. Es el triunfo del derecho a votar, a decidir, impulsado por la sociedad en su conjunto. Un referéndum contra mucho viento y mucha marea. Una revolución en una sociedad democrática, abierta, plural, pacífica, de nuevo tipo. Bajo el escrutinio de la comunidad internacional, representada por más de mil medios acreditados y acogidos en ese centro internacional de prensa que Jaume Roures ha puesto a su disposición en un gesto encomiable. Estos informadores andan por toda partes, fotografiándolo todo. Solo la imagen de un policía retirando una urna eriza el pelo de los gobernantes españoles. Y policía hay mucha, de los tres cuerpos, mezclados. Patrullan discretamente con orden evidente de no causar incidentes. La prueba de fuerza será el domingo, cuando los colegios no abrirán porque no habrán cerrado desde el viernes, pues las AMPAs estarán realizando actividades. ¿La seguridad? La física, garantizada, es de suponer, por la policía y, tómese nota, por los bomberos, que se han comprometido a ello. La jurídica por un colectivo de abogados distribuidos en red que denunciarán ipso facto toda detención que se produzca durante la jornada de votación. ¿Papeletas? ¿Urnas? Estarán en sus sitios. ¿Garantías? Todas y, sin ánimo de ofender, me fío más de una Generalitat maniatada e intervenida que de la empresa Indra a la que el gobierno central encomienda el escrutinio en las elecciones generales y está acusada de financiación ilegal al PP, al estilo Gürtel. Las dos jornadas previas serán de mayor movilización social. Nadie prevé ningún tipo de violencia. Las distintas entidades difunden mensajes sin cesar por las redes que se viralizan. Hasta los curas y las monjas andan de misión, predicando la necesidad de votar. Aixó no ho atura ningú.
En fin, que nos vemos a las 19:00 o a las 21:00 en Sant Boi o en La Palma de Cervelló. Más información, en los carteles.