La operación de lanzamiento de Susana Díaz debe de estar diseñada por un buen equipo de comunicación Tiene el estilo de una campaña de marketing. Hay que vender un producto llamado Susana Díaz.
Por ello se anuncia la presentación con doce días de anterioridad. En ese tiempo, Díaz no es solo la presidenta de Andalucía, pero tampoco es la candidata a la SG. Lo será pero, de momento, está en una especie de limbo como candidata in pectore o candidata a candidata. Con ello, dos ventajas: una, tiene doce días de carencia en los que incluso (cosa impensable) podría retirarse; dos, no está obligada a explicar un programa específico del que a todas luces carece.
El producto Susana Díaz, obviamente muy ensayado y preparado, se asimila al partido mismo, en una identidad de esencias propia de todo caudillaje: Díaz es el PSOE como el PSOE es Díaz, al modo en que, como proclamaba enfervorizado Giménez Caballero, "España es el caudillo como el caudillo es España". Y por eso, la campaña de marketing planea proclamar a Díaz candidata al día siguiente de que los barandas del PSOE, detentadores del poder actual, hayan aprobado el documento que la junta gestora presentará al próximo congreso.
Ese documento del partido será el que Díaz esgrima como programa, no ya sin haberlo escrito, sino sin haberlo leído. Lo que se prepara para el próximo 26 de marzo es la llegada gloriosa de la doncella de la aldea de Domrémy, perdida en los Vosgos, a la salvación de la dinastía y de Francia. Como ahora de la del PSOE, la dinastía y España.
Es llamativa la campaña de la derecha en favor de la candidatura de Díaz. Y no sé si está haciéndole mucho favor.