Han sido necesarios ocho meses de chantaje a cargo de ese prodigio de incompetencia, chulería, embuste y estulticia que es el de los sobresueldos para que la izquierda entienda que la unidad es la única vía. Ocho meses soportando la fanfarria franquista de esta banda de delincuentes dedicados a esquilmar un país entero. Ocho meses soportando también las graves necedades de esos fantasmones del pasado con su insoportable petulancia, los González, Bono, Leguina, Guerra, Corcuera y otros excedentes de cupo. Todos tratando despectivamente a Sánchez para que se pliegue a sus turbios designios igual que el pobre Rivera ha tragado los desprecios del Sobresueldos.
La revelación, la sorpresa del verano ha sido Sánchez. Hasta Palinuro debe confesar haber infravalorado su entereza que ahora aplaude sin reservas y más desde que ha rechazado el chantaje del Sobresueldos y lo ha puesto con elegancia en su miserable sitio. Ese es el camino, el mismo que Palinuro viene recomendando desde el comienzo: un gobierno de PSOE + Podemos con otros añadidos; luego veremos cuales.
El valor, la decisión de uno despeja las brumas que la miseria moral del Sobresueldos y la estúpida arrogancia de Podemos vienen esparciendo desde hace meses. La disyuntiva no es el Sobresueldos o nuevas elecciones, como trata de colar la derecha. Existe la posibilidad del gobierno de izquierdas. Posibilidad que se da porque los de Podemos ya no pueden seguir siendo desleales, dado que, si hay terceras elecciones, no van a quedar de ellos ni las raspas. Como tampoco de C's dado su invertebrado oportunismo.
Así que el gobierno de la izquierda debe articularse en torno a la alianza PSOE - Podemos con este de adjunto. Ambas partes deben domeñar las fuerzas contrarias al pacto en sus respectivos senos. El PSOE debe ignorar la falsa retórica de los viejos peplas que tratan de colar su venta al neoliberalismo como la razón en la historia. Podemos tiene que apartar ese núcleo de paleocomunistas al estilo Anguita o su replicante Monereo, cuya obsesión es impedir toda alianza con el PSOE, todo gobierno de izquierda, aunque sea al precio de que siga gobernando la delincuencia organizada.
Ambas fuerzas deben refrenar asimismo su tendencia al personalismo y su narcisismo. Sobre todo Iglesias, cuya agresividad dialéctica solo es comparable a su falta de sinceridad y sentido de la lealtad. Gobierno de izquierda, sí, pero no a cualquier precio.
El núcleo debe a su vez aglutinar todo cuanto pueda en su entorno. Nada sobra en el intento de librar al país de esta banda de delincuentes y parásitos. Si C's corrige por fin el tiro y abandona el intento de ir de bufón de la derecha, sea bienvenido a la alianza y que todos dejen a la puerta unas incompatibilidades que son puros pretextos.
Y lo mismo sucede con los independentistas. El PSOE debe abandonar su absurda intransigencia frente a ellos. Los indepes son gente bregada y pragmática y, desde luego, pueden dar lección y media de política y capacidad de negociación a este hatajo de fantoches españoles que llevan ocho meses paralizados por pura incompetencia. Están también interesados en tener un interlocutor mínimamente razonable en Madrid y no un puñado de franquistas. Y su derecho a pedir la independencia de Cataluña es irrefutable y no los convierte por ello en apestados con quienes no se pueda contactar. Al contrario, los muestra como gente con principios y dignidad. Algo de lo que los de por aquí pueden aprender bastante.
De todos los demás puede dudarse legítimamente. De lo que no cabe duda es de que el independentismo catalán es la única oposición real que ha habido al neofranquismo imperante en España en los últimos cinco años y que, si hay hoy posibilidad de librar al país de esta plaga, es gracias a él.