La contumacia de este hombre no conoce límites. Está aferrado al cargo -que le viene ancho- con uñas, dientes y balbuceos. Y dispuesto a hacer lo que sea, decir lo que sea, firmar lo que sea por quedarse en él. Tras reírse de Rivera en sus inexistentes barbas, le ha firmado el pacto pedido. Todos dan por descontado, empezando por él mismo, que no cumplirá nada de lo comprometido. Nada. Carece de palabra, como ya reconoció en el arranque de aquella infausta Xª legislatura, cuya obra ahí queda, esperando la piqueta. Pero Rivera está exultante. Tanto que se permite el lujo de ser generoso y acepta no suprimir de cuajo las diputaciones sino recortarles los presupuestos. En cambio es firme en exigir que los imputados (ahora "investigados") dejen sus cargos ipso facto. Y eso lo dice con el pacto en la mano que han acordado dos equipos negociadores, el de C's y el del PP en uno de los cuales, el segundo, según parece, hay un par de negociadores que bordean la imputación.
Ese pacto no es si no una hoja de parra para tapar las vergüenzas de C's, volviendo sobre su palabra (es endémico; aquí las palabras no valen nada) y transigiendo en un pacto con el partido procesado por corrupción, con un presidente que tiene un ojo en la poltrona y otro en el banquillo, según se desarrollen los inminentes procesos judiciales, escándalo tras escándalo.
Los medios siguen empleándose a fondo a favor de Rajoy. Todos dan por bueno su chantaje: o es él presidente o vamos a terceras elecciones y, fíjense ustedes, en Navidades. Fatalmente el 25 de diciembre. Una poderosísima razón para atosigar a Sánchez, sacándole una abstención aunque sea in extremis. Hasta los medios críticos, como Público se hacen cruces del espanto de a dónde piensa llevar el país este irresponsable: Ana Pastor denigrada, el Rey, salpicado. Terrible lo de este hombre. ¡Qué falta de respeto a todo lo que dice tomarse en serio: la Navidad, la Monarquía y la Mujer! Todo a los pies de los caballos. O a los suyos y él sabrá a qué tipo de equino pertenecen. Es desconsolador ver a tantos medios bailando al son harto torpe que toca el presidente de los sobresueldos. Quizá se reporten recordando que la señora Pastor no es más que un busto parlante por cuya boca habla Rajoy y el Rey ya es mayor para buscarse la vida.
En el PP, la noticia se ha convertido ya en un arma potente para lanzar a la cabeza de Sánchez. La idea -si puede hablarse así- consiste en culpabilizar a Sánchez del hecho de que, con sus decisiones Rajoy condicione el día concreto de unas hipotéticas elecciones con la finalidad, descaradamente socialista, de amargar el turrón a la parroquia. Es una estupidez tan grande que cuesta imaginar a alguien sosteniéndola. Pues ya hay dos dirigentes que la han expuesto: nuestro hombre en Barcelona, Albiol y la ratita hacendosa, Sáez de Santamaría. El uno, un gigante y la otra casi una muñeca, dos extremos opuestos en la gama anatómica humana. Opuestos en lo anatómico; en la inteligencia ambos coincidentes en uno de los extremos. Adivinen cual.
Es obvio que Rajoy lleva meses maniobrando. En realidad, lleva años, desde que inició su ya larguísima carrera política, empezada, precisamente en una diputación. Es un veterano, un supeviviente, un maestro en el regate corto. La lectura cotidiana del Marca da pericia. Estos días está esmerándose. Le ha llevado ocho meses presentarse a la investidura. Calculen los que pretende que pasen sin gobierno y échense a temblar. El hombre sabe que, de contar los tiempos como él hace y los medios le corean, de no salir él elegido, habrá elecciones el 25 de diciembre. Claro que le importa una higa y menos aun el papel del Rey que tendrá que hacer el ridículo en el día de reflexión. Y claro que le encantaría que este cálculo suyo, este chantaje, hiciera efecto y todos se plegaran a sus designios, consistentes, como dijo Sánchez, en gobernar sin oposición.
Lo que sucede es que es un chantaje tonto. Porque no es él quien decide lo que pase después de su previsible fracaso, sino el Rey. Hay otras opciones antes de convocar nuevas elecciones. Varias. Unas más razonables que otras como siempre, pero varias. Por haber, hasta hay la posibilidad de un pacto PSOE-Podemos-C's si estos últimos cambian de aliado, cosa en la que tienen experiencia. Igualmente posible si los dos gallos, Rivera e Iglesias, dejan de mirarse de reojo, ahora que ya han visto que están en el mismo barco: el de evitar las terceras elecciones. También está la opción PSOE-Podemos-Indepes que Palinuro ha defendido siempre, sin perder de vista sus complejidades. En definitiva, Rajoy no es el demiurgo de la política española sino que en menos de dos semanas, si el PSOE se mantiene en el NO es NO, puede pasar a la condición de espectador no solo incompetente -que eso ya lo es ahora- sino también impotente.
Por supuesto, es posible que, a causa de la incapacidad de la izquierda para entenderse, se cumplan los planes del presidente de los sobresueldos y haya elecciones el 25 de diciembre. Él cuenta con la abstención y con la idea de que esta daña sobre todo a la izquierda. Pero, en este caso la provocación es tan evidente, y la mala fe tan patente y detestable que es muy probable haya una respuesta que nadie espera. Por poder, en este momento, puede pasar de todo.
Lo que no ceja es la campaña de los socialistas abstencionistas. Son gentes con influencias y todas quieren ver un gobierno del PP. Acaba de añadirse, al parecer, Susana Díaz, pidiendo la abstención con el argumento de acelerar tiempos y empezar ya a derogar leyes de la derecha, como la ley de educación o la reforma laborar, antes de fin de año. Es buen argumento. Suena bien a oídos de gente de izquierda. Pero está sacado de la pura ignorancia o algo peor. Si hay un gobierno del PP, tendrá, en principio, 169 o 170 esscaños, a falta de media docena para la mayoría absoluta. Conociendo la capacidad de marrullería del presidente y el filibusterismo resultante, eso de derogar leyes así como así va a ser muy complicado. Y va a eternizarse en embarullados trámites. Eso, la Ratita Hacendosa lo borda. Se dirá que es juego parlamentario ordinario y hay que atenerse a él. Y se añadirá que peor sería la situación si, tras las terceras elecciones, aumentara la mayoría del PP.
Todos son imponderables. Pero hay un asunto cierto del que, según se ve, todos los dirigentes, los políticos, los intelectuales orgánicos y los consejeros áulicos se olvidan de modo sistemático: la corrupción. España no puede seguir gobernada por el mismo partido y el mismo presidente que han generalizado y amparado la corrupción y, en muchos casos, se han beneficiado de ella. Eso es ridículo.
La irresponsabilidad de los abstencionistas socialistas alcanza un grado superior cuando se aborda la cuestión del referéndum catalán, en realidad, de la independencia de Cataluña. Igual que la democracia española no puede regenerarse devolviendo el poder al partido responsable de la degeneración, tampoco la cuestión catalana podrá resolverla el partido que la ha instrumentalizado para sus fines y la ha azuzado cuanto ha podido. En realidad los socialistas abstencionistas desean a la derecha en el poder -aunque sea corrupta- porque coinciden con ella en su idea de la nación española y de ella esperan un gobierno contra Cataluña. Por eso la apoyan.
NO es NO.