Resumen de la entrevista que publicará mañana ABC completa. Aquí se han concentrado en el aspecto que más les interesa y que es la cuestión del comunismo de Podemos. A mí también. No me gusta un pelo la gente que da gato por liebre. Desde que los líderes de Podemos decidieron poner las cartas boca arriba, esto es, sacar a Anguita de la trastienda (o quizá sin poder impedirlo, pues menudo es el hombre para privarse de las luces del proscenio) se ha avivado mucho este debate sobre si se trata de un retorno de los viejos comunistas o están aggiornati. El comunismo, como el dogma católico, al que tanto se parece, no puede actualizarse, está fijado de una vez por todas en el llamado "temple bolchevique", que es como el Credo de Nicea del llamado marxismo-leninismo.
Por qué se ha producido este "desvelamiento", que diría Heidegger, esa revelación del alma comunista, hasta hace poco celada, es cosa opinable. Hay quien lo achaca a los mediocres resultados electorales en las pasadas elecciones y los peores vaticinados por los sondeos; quién a la estrategia humilde y fabiana de Alberto Garzón de ir conquistando posiciones en Podemos haciéndose el simpático y sin despertar las iras del liderazgo supremo; quién a la incapacidad de este de resistirse a los halagos de Anguita; quién a la pura querencia de la militancia sectaria.
Sea como sea, el hecho es que el intento de constituirse en tercera fuerza de la izquierda, entre los foscos comunistas y los descoloridos socialdemócratas se ha agotado en sí mismo. Podemos se ha identificado con sus orígenes y su esencia y, con ello, prueba más aun su naturaleza comunista: el enemigo por batir es el PSOE (cuando se acuerdan y tienen cerca una cámara de TV dicen que no, que es el PP; pero esto es falso y está a la vista todos los días), la socialdemocracia. Es su pretensión desde el giro eurocomunista de Carrillo en los años 70 del siglo pasado. Hacía falta desplazar a los socialdemócratas para ponerse en su lugar porque hasta a los comunistas se les alcanzaba entonces que en las sociedades industriales y más o menos democráticas no hay sitio para dos partidos de izquierda, el radical y el moderado. Por eso, se trataba de empujar a los socialistas democráticos a la derecha (acusándolos, de paso, de todo lo imaginable, modelo cal viva) para ponerse en sus zapatos.
A eso aspiran ahora con la fusión a bombo y platillo de IU y Podemos. Lo llaman "sorpasso" y quieren decir lo anterior: derrotar al PSOE, reducirlo a las dimensiones del PASOK aprovechando todos los intersticios, desde el uso masivo de medios de comunicación incondicionales a las martingalas teóricas de cualquier calaña. Podemos es la catedral de la más confusa ambigüedad conceptual y política. Su capacidad para entintar las aguas del debate público es la estrategia del calamar. Traten de sacar a uno de Podemos un pronunciamiento claro sobre la República/Monarquía, la Memoria histórica, el aborto, la Iglesia y la religión, las corridas de toros o la República Catalana..., cualquier cosa que encierre el más lejano peligro de mermar votos.
Por descontado, esta táctica es legítima porque en política, como en la guerra, vale todo. Y, de acuerdo con el pragmatismo que anida en el corazón de los dirigentes de Podemos si, al final, ganan las elecciones, además de legítima, será verdad, autenticidad, ciencia pura. Si los socialistas son "sorpassados" solo podrán culparse a ellos mismos, por inútiles, incapaces de elaborar un discurso triunfador frente al de Podemos y por arrastrar un pasado (sobre todo reciente) hecho de corrupción, burocratización y caciquismo. Si el PSOE pierde la culpa será suya y solo suya. Los de Podemos hacen muy bien arrebatándole el sitio. Es competencia en el libre mercado de la política en el que los clientes son los electores que unas empresas ganan y otras pierden
Como era de esperar, tratándose del comunismo, el aparato de propaganda se ha puesto en marcha a todo rendimiento. Docenas de artículos de "intelectuales orgánicos" (lo entrecomillo porque un intelectual orgánico no es un intelectual) avisando del feroz y "visceral" anticomunismo que nos invade, como si el anticomunismo fuera una plaga cual la de la langosta y no una opción política perfectamente legítima; como si los anticomunistas fueran todos agentes de la CIA (el equivalente comunista de la conspiración judeomasónica de los franquistas); como si el anticomunismo fuera una especie de desvarío.
Y no. Mientras los comunistas sigan ocultos, sin presentarse claramente a las elecciones con su nombre y siglas (y sin renunciar a ellas en secreto) pero creyéndose mejores que los demás, los "puros", electos y selectos, cual cree al pie de la letra Anguita, es obligado que los analistas y observadores ejerzan su oficio. Que revelen lo que se oculta tras los colorines de las presentaciones y la hojarasca de unas doctrinas apelmazadas que quieren vestirse de seda.
Mucha gente da crédito a ese argumento de que los comunistas de hoy no son como los de ayer, que están adaptados a la democracia que, como decíamos más arriba, se han actualizado. Bueno, quien quiera creer, que crea; la fe es libre. Pero pruebas de ello no hay ninguna: los comunistas no han gobernado jamás en ningún país democrático del mundo porque nunca han ganado unas elecciones libres, salvo lo que les tocara en algún escuálido lapso de frente popular. Sí han gobernado durante decenios en la Unión Soviética, en las democracias populares, en la China hoy todavía y en algunos otros lugares. Y siempre, siempre, han establecido dictaduras totalitarias y violado todos los derechos humanos. Siempre.
Podemos se ha convertido en la nueva vestimenta de la fracasada IU que, a su vez, era el disfraz del fracasado Partido Comunista de España. Que ahí sigue. Al fondo de la matrioska.