dimecres, 23 de març del 2016

Quizá no sean idiotas, pero lo parecen

¿Cómo que no pueden reunirse por cuestión de agendas? ¿Cómo que aplazan las conversaciones a la vuelta de la semana de Pascua? ¿Cómo que van a hablar por teléfono para concertar una cita?

Estos tipos ¿de qué van? ¿En dónde creen que están? ¿Cómo entienden su trabajo? ¿En qué concepto tienen a la gente que los ha votado?

El país esquilmado durante cuatro años por una banda de ladrones; el Parlamento burlado durante toda la legislatura por un gobierno de prepotentes y escarnecido ahora por ese mismo gobierno convertido en un manojo de tiranos fuera de la ley; los abusos de esta partida de mangantes a pleno trapo; todos los problemas pendientes de solución; la gente pasándolo mal; las leyes inicuas en funcionamiento, negando derechos, reprimiendo, tratando a los ciudadanos como súbditos. Y estos dos no encuentran un momento para sentarse a hablar y acordar un modus operandi absolutamente urgente e imprescindible para poner fin a esta denigrante situación de un país gobernado por un personaje sin categoría intelectual ni altura moral para hacerlo.

¿Qué se han creído? ¿Quién los asesora? ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza de irse de vacaciones dejando el país empantanado?

Antes de seguir con mis consideraciones, una propuesta que no prosperará (aunque debiera) porque tendrían que aprobarla los mismos contra quienes va dirigida: si hay que hacer elecciones nuevas, propongo que ninguno de los inútiles elegidos en las anteriores pueda presentarse: que se les prive del derecho de sufragio pasivo por su manifiesta falta de sentido de la responsabilidad, por su estúpida frivolidad, su egotismo y su incapacidad.

Como todos los tontos, estos dos piensan que los demás somos como ellos y no nos damos cuenta de sus triquiñuelas y pretextos. Creen que nos engañan, que no adivinamos los motivos de sus actos, de sus jugarretas de escasos vuelos. Piensan que mintiendo sobre sus intenciones nos quedaremos sin saber quién fue responsable último del desastre que puede vivirse en cualquier momento.

Sánchez se escuda en Rivera y C's para no aliarse con Podemos, como si fuera un impedimento objetivo, insalvable, intocable y no algo que puede replantearse como todo en la vida. Igualmente se niega a admitir ni la sombra de un referéndum en Cataluña que hasta él, en sus muy escasas luces, debe saber que habrá de realizarse, le guste o no. Y con esas dos líneas rojas quiere arrancar el voto favorable de Podemos o, cuando menos, su abstención. De ser lo último, necesitaría más votos favorables y/o abstenciones . Su juego es tan elemental que da vergüenza: si Podemos se abstiene, él será presidente del gobierno, que es lo que quiere. Si Podemos no se abstiene, habrá elecciones nuevas y él aparecerá como quien ha intentado evitarlas a toda costa, lo cual es falso.

Iglesias no sale mejor parado. Dice querer sentarse a negociar después de haberse levantado airada y, sin gran duda, justamente, pero no está dispuesto a admitir la compañía de Ciudadanos. Y eso antes de averiguar a qué acuerdos concretos pueda llegarse incluso estando Ciudadanos. Otro que piensa que los demás somos estúpidos y nos dejamos engañar con una mera excusa. ¿Por qué no sentarse a negociar y explorar hasta dónde puede llegar un pacto con el PSOE?  Para no verse obligado a cerrarlo, con lo cual no serían necesarias elecciones nuevas que, en el fondo, es lo que realmente pretende pues el viejo sueño comunista y de IU alienta en su propósito: lo primero, según ordena micer Anguita, destruir al PSOE. Luego ya se verá. 

A ninguno de los dos le importa un higo la gente. Si le importara, se sentarían a hablar ya, sin mentir más sobre las agendas, o lo harían el jueves, o el viernes o el sábado llamado "santo" (cuando se legalizó al Partido Comunista en 1977) o el domingo también llamado "de Resurrección". 

Una vez más queda en evidencia que en España el proceso de selección de los políticos sigue un criterio negativo: se selecciona a los más inútiles.