Así como hay repúblicas bananeras, los sistemas políticos comparados comienzan a admitir un nuevo tipo de monarquías, las monarquías choriceras. Las repúblicas del banano viven de cultivar y exportar este sabroso fruto. Las monarquías choriceras, de la elaboración de este típico embutido españolísimo, orgullo de la raza y adorno de la buena mesa, desde el menestral a los reyes.
Las increíbles andanzas del presunto chorizo Urdangarin y su esposa, la infanta Cristina, vinculan a la Casa Real con el pantano de corrupción, latrocinio y basura moral que impera en España bajo el dominio de los dos partidos dinásticos. Más con el PP, desde luego, porque a la derecha le tira la majestad y el oropel; pero el PSOE no le anda muy en zaga, enfangado en la actitud cortesana y lacaya que le han impuesto sus secretarios generales, especialmente el monárquico Rubalcaba.
El juicio está revelando la insólita aventura de un vividor confiado, seguro de sí mismo por su condición de yerno del Rey anterior y cuñado del actual, Felipe V + I, "el Preparado", un sinvergüenza apuesto que vio enseguida el negocio de impresionar a un puñado de paletos estilo Matas y otros de su condición, pasándoles por los morros sus privilegiadas relaciones y poderosísimos contactos. Lo mismo que, al parecer, también había puesto en práctica en Valencia con otro puñado de palurdos, Camps, Barberá, etc, a los que deslumbraba con la idea de que el Rey hablara con ellos o les hiciera algún otro señalado favor como cuando el Rey Sol premiaba a algún cortesano preferido autorizándolo a limpiar el real culo cuando SM hubiere aliviado el intestino.
Porque toda esta trama de corrupción y saqueo del erario descansa sobre la absoluta entrega de estos plebeyos imbéciles, trastornados por los efluvios de la realeza. Los efluvios a lo Rey Sol. Basta con ver cómo había decorado Matas su palacete para percatarse de que se trata de un majadero que había llenado la casa con adornos de un "todo a 100" pero a 100.000.
La realeza es la cúpula de la aristocracia y la aristocracia debiera ser, como su nombre indica, el gobierno de los mejores. Innecesario decir que es el de los peores. El Rey reinante, el "Preparado", trata de mantener una figura presentable en una familia impresentable: su madre es una beata reaccionaria a la que no se le ha oído jamás nada que tenga el menor interés; de su otra hermana, la infanta Elena, es mejor no hablar; y su padre, el Rey dimisionario, concentra en su persona todos los vicios y defectos que la amarga experiencia del país acumula sobre los Borbones: perjuro, mujeriego, disoluto, infiel, tarambaina, inculto, todavía no ha dado explicación del origen de su fortuna, calculada por la revista Forbes en 2.000 millones de dólares.
Por supuesto, Monarquía choricera que se sostiene en el silencio cómplice de la clase política española, dispuesta a ocultar toda información relevante a la ciudadanía. Especial mención merece la cobardía de una izquierda, olvidada ya de su republicanismo y dedicada a adular servilmente a estos sujetos que no sirven para nada y ni siquiera son capaces de dar un mínimo ejemplo de mesura, consideración o buen gusto.