A estas alturas ya nadie ignora que España está gobernada por una organización mafiosa, una forma de crimen organizado, dedicado a saquear los recursos públicos allí donde los haya, en el gobierno y la administración centrales, las CCAA, los ayuntamientos, los colegios de huérfanos, los patronatos de obras pías, la hucha de las pensiones, los ahorros de los inversores, las visitas del Papa, los funerales de Estado o los fondos dedicados a las víctimas del terrorismo. En donde haya un euro de dinero público puede haber un pepero rondando para llevárselo. No estamos descubriendo nada, si bien es llamativo por qué los partidos de la oposición, con la moral comida por la banda de sinvergüenzas, siguen diciendo que esta es un partido político.
Y no, no es cierto. Es una organización de malhechores, dedicada a saquear el país. Vive este en un estado de parálisis por asombro que le impide enjuiciar como se deben los acontecimientos. Por ejemplo, ¿cómo debe entenderse que el presidente de los sobresueldos diga que esta historia se ha acabado y no se va a pasar ni una apenas horas antes de reforzar el aforamiento de la presunta ladrona Barberá en el Senado para que no vaya a dar cuenta de sus tropelías a un juzgado? O ¿cómo entender que todos los dirigentes del PP subrayen la voluntad del partido de plena colaboración con la justicia ("a tope" como dice la chulapa Aguirre) también horas antes de que el partido se niegue a declarar ante el juez por el borrado de los discos de Bárcenas?
Eso, ¿cómo debe entenderse? Muy sencillo, como lo que es: ya les importa todo un pepino y no disimulan. Se saben perdidos. Tanto que un grupo de miembros (quizá los que aún no hayan robado nada) pide que se proceda a una "purga" del PP, para depurar la corrupción, caiga quien caiga. Esa petición tanto puede ser una exigencia de limpieza como otra de licenciar a los ladrones antiguos a fin de dejar sitio para los modernos.
Efectivamente: les importa un pepino. Y eso es lo que hace que Esperanza Aguirre, cuyo gobierno ha estado marcado por la corrupción del primer día al último (corrupción, cohecho, malversación, espionaje. boicoteo, etc), se presente en la Comisión de investigación de la corrupción a hacer chistes y decir lo que le peta con el tono impertinente con el que habla al servicio..
Se creen los dueños del cortijo y están descompuestos e indignados al comprobar que la peonada les exige explicaciones y responsabilidades. La vicepresidenta del gobierno pertenece a una promoción de abogados del Estado que se ha autobautizado con la habitual modestia de los zangolotinos como La gloriosa. A la vista de los hechos será la gloriosa corrupta.