I. Indecente
Hay debates de la televisión que han pasado a la historia, que han hecho historia gracias a una palabra, una frase dicha en el momento oportuno, que cambiaron las tornas haciendo quien entró en el plató de virtual ganador saliera de perdedor y a la inversa. Cito dos entre los más célebres:
10 de mayo de 1981: el presidente de la República francesa, Valéry Giscard d'Estaing, a quien se acusaba de haber endeudado sobremanera el país, soltó al aspirante, el socialista François Mitterrand: "Usted es el hombre del pasado". Mitterrand le respondió "y usted es el hombre del pasivo". Ganador: en la subsiguiente segunda vuelta de las presidenciales: François Mitterrand.
28 de octubre de 1980: en un debate entre el aspirante a la presidencia Ronald Reagan y el presidente en funciones, Jimmy Carter, cuando este criticaba los errores y defectos de la política de su oponente como gobernador en relación con el programa Medicare, Reagan le cortó en seco con un "Vuelve usted a las andadas" (There you go again), que se ha hecho famoso en el mundo de la comunicación política. Ganador en las presidenciales una semana más tarde: Ronald Reagan.
No tengo dudas de que la expresión de Pedro Sánchez en el debate del lunes, el presidente debe ser una persona decente y usted no lo es hará historia, traerá cola y es muy posible que signifique un vuelco a favor de la campaña de los socialistas. Hasta de los resultados electorales. Incluso los peperos más acérrimos deben ser reticentes a votar por alguien a quien millones de españoles consideran "indecente" porque lo es, porque los sobresueldos, los trajes y viajes a cuenta de la Gürtel, los SMS a Bárcenas, los tratos con Rato, la obstrucción de la justicia, las mentiras sistemáticas lo han convertido en tal. Y porque, además, ya lo tiene interiorizado. No hay más que verlo ahora: es un zombi, camina como un autómata, está ausente. ¿Cómo no si ya sabe todo el mundo que es el peor presidente, el más corrupto, de la historia de la democracia?
II.- La contraprogramación de la 6ª.
El acierto de Sánchez no solo noqueó al presidente de los sobresueldos sino que desbarató la maniobra de la Sexta a cargo de Ferreras y Pastor. Estos intentaron contraprogramar su propio programa llevando de matute a Rivera e Iglesias para que machacaran a su gusto a los dos debatientes sin que pudieran defenderse. Querían dejar en los espectadores no la memoria del debate en sí mismo sino el juicio despreciativo y negativo que de él hicieron sus contrincantes, hablando como si no lo fueran. Esta maniobra es tan sucia que uno se pregunta si Sánchez y Rajoy sabían que estaban siendo observados de cerca e iban a ser inmisericordemente enjuiciados luego por sus adversarios, insisto sin posibilidad de responder.
Esa trampa de tan bajo estilo iba especialmente dirigida contra Sánchez por una razón muy sencilla. Toda equiparación, toda semejanza que se quiera establecer entre el PP y el PSOE perjudica al PSOE:
1º) Porque ese partido habrá hecho muchas cosas mal, pero está claro que no es corrupto y el PP, sí. 2º) Porque el PSOE es el único que ha erigido el Estado del bienestar en España siempre con la oposición del PP que lleva cuatro años tratando de destruirlo. Las demás izquierdas critican mucho, equiparan al PSOE con el PP, lo desprestigian, pero hasta la fecha no han hecho literalmente nada de nada más que hablar y estorbar. De ahí que su máximo interés sea tirar contra el PSOE. Y el asunto no es de hoy, ni de ayer. Viene de hace tiempo, como se ilustra en la foto de la derecha en que se ve a Ferreras con Iglesias y Errejón en una cena planificando estrategias. Una foto que no pudieron evitar. Esa es la "nueva política" y el "periodismo comprometido": colegas organizando la acción. Con ese espíritu se dispusieron al preparar el debate del lunes, a demoler al PSOE, con el tedioso argumentario de "ellos son el pasado", "la vieja política" y nosotros somos guais.
Sánchez era pan comido. El PSOE no cuenta con ninguna cadena de TV, ninguna emisora de radio, ningún periódico de papel o digital, mientras que Rajoy dispone de una batería de medios impresos y audiovisuales y Podemos tiene una cadena de TV tan poderosa como la Sexta y un digital como Público. Si Sánchez tiene una expectativa de voto solo segunda a la del PP es por la fidelidad de sus votantes, porque carece de apoyo mediático. Es de chiste oír a los de Podemos que son el partido más atacado cuando es mentira porque el más vapuleado y con mucho es el PSOE.
Era pan comido, sí, y bastaba ver las caras de satisfacción de los tres amigos, Ferreras, Iglesias y Rivera. Se habían reunido para hacer unas risas sobre "el viejo mundo". Cours camarade, le vieux monde est derrière toi! hubieran podido decirse el uno al otro de haber leído algo más que Kant. Y, de pronto, Sánchez soltó la frase y todo se dio la vuelta. Los dos "comentaristas" se quedaron flotando en el aire de su inconsistencia. Ninguno de ellos fue capaz de reaccionar. Siguieron con la musicanga del fango y el cieno y el barro y el limo y el sursum corda. Al llamar indecente a Rajoy delante de casi diez millones de personas, cosa que ninguno de estos bravos de plató se ha atrevido a hacer, se puso en el centro del escenario y desplazó a los dos ocultos personajes a las tinieblas de las bambalinas.
III. Por fin, la oposición
Varias veces dijo Rajoy que, si tan malo era el juicio de Sánchez sobre él, debió presentarle una moción de censura y que él lo hubiera hecho. Seguramente será mentira, como todo lo que dice y no es preciso que Palinuro repita aquí lo que ya señaló ayer. El PSOE faltó gravemente a su deber de oposición en la legislatura anterior, presa de la estúpida y reaccionaria manía de Rubalcaba con los "pactos de Estado", desertó de su deber, abandonó a aquellos que estaba obligado a defender y estos anunciaron que ya no lo votarían más y empezaron a desertar. En efecto, lo hemos dicho muchas veces: ¿por qué vamos a votar por quien no nos representa ni defiende nuestros intereses ni se atreve a poner coto a la oleada de corrupción, pillaje, granujería que ha sido la X legislatura bajo la égida de Rajoy? ¿Por qué confiar en quien no tenido el valor de censurar al peor y más corrupto presidente de la historia de España sino que, al contrario, dio muestras de ser complaciente con él, si no cómplice?
Pero de repente, casi milagrosamente, Sánchez recuperó el valor, el coraje, la decisión y pasó al ataque en el plató de televisión, diciéndole a Rajoy lo que solo se había atrevido a insinuar una vez en una intervención parlamentaria ("yo soy un político limpio, señor Rajoy"). El lunes salió todo: la indecencia, los sobresueldos, los viajes gurtelianos, Bankia, Rato, Bárcenas. Ayer publicaba Sánchez Cuenca un artículo en Público, El balance de la legislatura (II): la anomalía democrática del PP, en donde se concluía que el gobierno del presidente de los sobresueldos es un fracaso de nuestro sistema político y una descomunal anomalía democrática. Desde luego. Hasta ahora la pregunta universal era: ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí, a estar gobernados por una persona indecente al mando de un partido de presuntos malhechores que es casi una mafia? Y no había respuesta.
Pero fue soltar Sánchez la frase sobre el presidente indecente y todo ha cambiado. Decenas y decenas de tertulianos y periodistas afines a la derecha pasan ahora 24 horas sobre 24 tratando de salvar algo, de evitar el ludibrio y la vergüenza de defender a un presidente indefendible. Igual que los tres mosqueteros de la sexta, el presentador y los geniales representantes de la "nueva política", de repente convertidos en tres antiguallas manipuladoras con su discurso -ese sí viejo y sobado- de que el PSOE y el PP son lo mismo. Un discurso que ya no compra nadie que tenga ojos en la cara y vea a Rajoy sonado de mitin en mitin, sin saber qué decir, recibido en provincias al grito de "¡Mariano sé fuerte!" mientras Sánchez va muy suelto, apoyado en los millones de españoles que, en efecto, pensamos que Rajoy no es decente y nos identificamos con quien lo dice alto y claro y no con los manipuladores que quieren torpedearlo hablando farisaicamente de fango y cieno.
Vamos que en cuatro días sería posible el siguiente escenario: el PSOE gana las elecciones, el PP queda por detrás de C's, Podemos el cuarto y la Unidad Popular consigue un muy buen resultado, cosa que Alberto Garzón se merece, por su trabajo, su entrega y la elegancia y nobleza de su comportamiento, alejado de todo juego sucio; y porque sus gentes están reaccionando con bravura.