dilluns, 15 de juny del 2015

Y ahora, Cataluña.


Tercera etapa en este año electoral, esa en la que fuera de Cataluña nadie parece estar interesado, las autonómicas más o menos previstas para el 27 de septiembre próximo. A la vuelta del verano. De pronto, los estrategas, concentrados en la labor de muñir pactos con la mirada puesta en las generales de noviembre se ven obligados a suspender sus rifirrafes para enterarse de otro distinto en el Noreste de la Península. Uno con un elemento componente soberanista que desconcierta al nacionalismo español de derecha, izquierda o centro.

Cunde la alarma y por eso, según informa El País, importantes empresarios y políticos catalanes presionan a Rajoy para que adelante las generales y las haga coincidir con las autonómicas a los efectos de aplazar estas al año que viene. Tácticamente la idea no es mala. Por eso se le ha ocurrido ya a todo el mundo, incluidos los empresarios. Obligado es aquí preguntar, sin embargo, cuyos sean esos "importantes empresarios y políticos catalanes". Como fuente de información parece bastante difusa. ¿Qué empresarios son esos? Los políticos son fáciles de imaginar. ¿Hablan estos que quieren impedir la independencia en nombre de todos los empresarios?

A medida que se acerca el día, crece la agitación en el campo nacionalista. De un lado, las fuerzas de la hoja de ruta de la declaración de independencia, Convergència, Esquerra, Ómnium y Assemblea, se mantienen unidas. CiU, en cambio, anda al filo de una escisión por cuanto, Unió Democràtica acaba de celebrar una especie de referéndeum "pre-referéndum" interno en el que ha ganado el no a la independencia por un estrecho margen. Hasta qué punto representa Durán a los democristianos catalanes se verá en las elecciones. En su propio partido, a poco más de la mitad.

Parecería que el resultado del ayuntamiento de Barcelona, Ada Colau alcaldesa, viene a añadir fuerza al bloque soberanista. Con razón Mas quería esperar al resultado de las municipales para tomar una decisión sobre la consulta de septiembre. Necesitaba más información. Ahora ya la tiene. Pero no está claro hasta dónde llega el compromiso de Colau con el soberanismo. Ella misma sostiene la vigencia del dret a decidir, pero no explicita intención independentista, como podía hacerlo su antecesor en el cargo, Trías, hombre de Convergència. Parece dar prioridad a la agenda de reformas sociales, empezando por la de bajar el sueldo a todos los cargos públicos municipales. Y eso tiene un impacto tremendo e inmediato. A corto plazo. Lo de la independencia parece a medio.

Por otro lado, cobra impulso también el Procés Constituent de la Monja Forcades. La benedictina se ha arrojado al mundo exclaustrándose por un año en defensa de la causa del proceso constituyente con una fe parecida a la de la doncella de Orleans, cuando, iluminada por el cielo, acudió en defensa de Francia. Solo que en tiempos de Juana de Arco, Francia era una entidad más fácil de identificar que el nebuloso procés constituent de Forcades. Quizá para conseguir mayor precisión haya lanzado un llamamiento a otras fuerzas políticas para presentar una candidatura de confluencia amplia, cosa de la que se habla mucho en la capital del Reino, a las elecciones del 27 de septiembre si, por fin, son el 27 de septiembre. En cuanto al contenido de esa confluencia, basta ver que las fuerzas convocadas son ICV­EUiA, Podem y la CUP. No se convoca a los independentistas, pero propugna un proceso constituyente, cosa que solo puede darse en un marco de independencia. De estas inconsistencias está lleno el proceso catalán.

Estas elecciones van a ser determinantes para Cataluña y para España, guste o no guste a los nacionalistas españoles. Repárese en la otra razón aducida para adelantar las elecciones generales a septiembre: impedir el sorpasso del PP por Ciudadanos que anuncian todas las encuestas. Para calibrar la importancia de este lance baste recordar que hoy hay en Cataluña más de setecientos alcaldes de CiU y ERC, más de cien del PSC, uno del PP y ninguno de C's. Es solo por el efecto escala. Efectivamente, si Ciudadanos tiene muchos más apoyos que el PP en Cataluña con su discurso unionista, tenderá a tenerlos también en toda España. Y ese es un verdadero miedo en el PP que, de hecho, allí en donde gobierna tras el 24 de mayo solo lo hace gracias a C's y algún que otro rebelde de Podemos o IU.