dilluns, 29 de juny del 2015

Las razones de Podemos.


El aplastamiento final de IU bajo las ruedas del Moloch Podemos ha dejado el escenario como en las tragedias de Shakespeare, lleno de cadáveres. Del elenco de la vieja federación restan dos o tres almas en pena que, por diversas razones, aún tienen acogida en la unidad popular del partido de los círculos si la piden a título estrictamente individual. Los demás, viejas y nuevas glorias, quedan tildados de cenizos en el basurero de la historia.
 
El anticlimax ha sido a cargo de Pablo Iglesias con un rechazo irritado a las humildes peticiones de convergencia. Algo tan desabrido que ha sonado a venganza a muchos. Así cabe colegir del brillante reportaje de Elsa García de Blas en El País y en el que se exponen los tiras y aflojas de unas negociaciones entre IU y Podemos que tienen un largo pasado y pueden haber dejado cicatrices. Al negarse a la convergencia, Iglesias parece devolver el rechazo de IU a sus previas y reiteradas solicitudes de unidad de acción.
 
No sería justo ni acertado que esto terminara así y, en efecto, leo un artículo de Pablo Iglesias en el mismo número de El País, titulado Izquierda, en el que aduce sus razones de forma más matizada. Da su versión de los intentos de acercamiento originarios de Podemos a lo que él llama la izquierda (básicamente IU), concluidos en ruptura porque, a su juicio, la izquierda ha interiorizado la función histórica de perdedora, siendo así que, como ha repetido muchas veces, él quiere ganar.
 
Para que no haya duda sobre la sinceridad con que ha vivido ese desgarro dedica parte considerable del artículo a probar que él, personalmente, así como sus padres, abuelos y todos los bípedos implumes que lo han rodeado de siempre, son de izquierda. Desde la primera comunión. A machamartillo. Pero la izquierda (siempre básicamente IU) no es capaz de comprender que su electorado no se reduce solo a ella misma, sino que debe ampliarse a quienes quieren cambios, reformas, pero no son de izquierda, o sí lo son, pero no lo saben o no lo son pero es como si lo fueran.
 
La izquierda en la visión paulina no entiende que su solo nombre provoca reparos y, si se le añade el calificativo de comunista, los reparos se convierten en una estampida. Iglesias sí lo ha entendido por fin. Le ha costado dos elecciones en las que los resultados, sin ser clara derrota, marcaron mala tendencia. Y ha reaccionado. Quizá sobreactuando, pero de modo esencialmente correcto si de lo que se trata es de ganar las elecciones de noviembre. La izquierda es una rémora. Lo mejor es no contaminarse con ella.
 
Posición tácticamente correcta. Pero no tanto estratégicamente. Ese concepto paulino de "izquierda" es angosto y no permite a Podemos articular una opción convincente. Es un concepto de izquierda formulado dentro de los parámetros con que esa izquierda, a la que se critica, se define a sí misma y al resto de las fuerzas políticas. Estando dentro de la tribu, ve el mundo con los ojos de esa tribu y no de otra. En ningún momento se cuestiona en este discurso el hecho de que, cuando se habla de "izquierda", no se incluya al PSOE, a la otra tribu. Es más, se da por supuesto implícitamente que el PSOE no solo no es de izquierda, sino que es la misma derecha del PP y, por tanto, tan adversario como este por batir.
 
Pero esa conclusión es falsa, cual se ve cuando, para justificar el portazo a los pedigüeños de IU, se afirma con orgullo que Podemos quiere representar los intereses de sectores movilizados de la sociedad, aunque no sean de izquierda.  Justamente eso es lo que pretende el PSOE que se configura como un partido interclasista, moderado, de centro izquierda, monárquico y (últimamente) nacional español. Y dice ser de izquierda. Izquierda socialdemócrata, que todo el mundo reconoce como tal, incluso en España, de vez en cuando.
 
Entre la "izquierda" de IU y lo "no izquierda" del PSOE que, sin embargo, es la que Podemos apoya en varios gobiernos autonómicos y locales, Iglesias se encuentra con la dificultad tradicional conocida como tercera ley universal del pensamiento, esto es, la ley del tercero excluido. Dé gracias a que la relación IU/PSOE no es tan nítida como las dos primeras leyes (identidad y principio de no contradicción) exigen. De serlo, no tendría posibilidad alguna de elaborar una tercera opción creíble entre el comunismo y la socialdemocracia. En el ámbito de la lógica difusa de la política es posible que lo consiga. Pero será a base de seguir cerrado a la convergencia comunista y asomarse a una reconsideración del concepto de izquierda en una sociedad conflictiva, sí, pero abierta y muy compleja, lo que presupone un replanteamiento estratégico de las relaciones con el PSOE, si quiere que lo tomen en serio. Algo duro, por cuanto significa cuestionar creencias que vienen de la infancia, amor a la familia, respeto a los padres y lealtad a la basca. Las creencias, los prejuicios, son la verdadera cárcel interior de las personas. Estas deben liberarse de ella si quieren entender el mundo, lo que parece ser un requisito insoslayable para transformarlo.
 
En cuanto a la "izquierda" sobrante, tanto IU como las pequeñas formaciones que, con diversos atributos, forman un séquito de satélites, lo más sensato, dicho sea sin ánimo de ofensa, es que se integren todas en la unidad popular de Podemos, negociando con estos una especial atención a los objetivos que les sean más caros. Pero lo más sensato, por lo general, no es lo más frecuente. Es difícil que los cabezas de ratón que lucen en estas formaciones se resignen a perder el ralo halo de gloria que los rodea. La "izquierda", esa que habla de las fuerzas de la historia y la función subordinada del individuo, está poblada de dirigentes con un altísimo concepto de sí mismos, abrumados por la carga de su narcisismo.

Lo más probable es que haya tres opciones de izquierda en las elecciones de noviembre. Las dos mayoritarias, PSOE y Podemos y una presencia testimonial de una tercera posibilidad cuyo nombre aún está por determinar pero que irá seguramente por la línea del foro o el frente o la mayoría de origen divino. A su vez, la relación numérica entre PSOE y Podemos, dependerá de la forma en que este último enfoque su competencia electoral con el primero.